Wednesday, September 29, 2010

Latinoamérica en las Naciones Unidas: Intereses Individuales y Cooperación Regional

Tras finalizar la reunión de la Asamblea General de las Naciones Unidas, vale la pena sacar algunas conclusiones sobre los países latinoamericanos a partir de los discursos pronunciados durante esta semana. Si bien estos discursos no capturan la totalidad de la política doméstica e internacional de estos países, sí pueden tomarse como indicativos de las principales preocupaciones y avances en diferentes áreas. Así, los temas del cambio climático y la preservación del medio ambiente son prácticamente un común denominador dentro de las preocupaciones de los países de la región. De igual forma, aparece casi un consenso general respecto a la necesidad de reformar las Naciones Unidas y, en particular, su Consejo de Seguridad. Otros temas de común interés para los gobiernos de la región son la crisis financiera internacional y los problemas conocidos en Haití, Israel, Irán y Cuba.

Independientemente de la incidencia que cada pais latinoamericano pueda tener sobre estos temas, su preocupación por ellos es loable y es también prueba de su carácter cosmopolita que es la razón de ser de las Naciones Unidas. Sin embargo, hay otro tipo de fenómenos sobre los cuales las posturas de los gobiernos de la región son mucho más variadas; me refiero a aquellos fenómenos que transcienden las fronteras nacionales pero sobre los cuales cada uno de estos países tiene una incidencia directa. Es decir, no es lo mismo que un país pequeño se manifieste respecto al calentamiento global o al ataque a la flotilla rumbo a Gaza, a que el mismo país encuentre problemas comunes con sus vecinos y desarrolle con ellos proyectos de cooperación para solucionarlos.

Con este criterio se identifican claramente dos grupos: aquellos países que pasan de los intereses de carácter global a sus problemas y éxitos netamente domésticos, y aquellos que se ubican en una posición intermedia según la cual sus problemas individuales y los de carácter global tienen un punto de conexión: su región. En un extremo de este espectro se ubican países como Argentina cuya presidenta pasa de atacar al consenso de Washington y al Fondo Monetario Internacional, a recordar su preocupación por las Malvinas y el ataque terrorista en 1992 a la embajada de Israel por un grupo de extremistas Iraníes. Comenta los cambios en la política económica argentina durante los últimos años y los beneficios que esta ha traído, pero no hace mención alguna a procesos de integración regional, al aprovechamiento de oportunidades á través de proyectos con países vecinos, o a los avances alcanzados en estas areas. Una situación similar se tiene en el caso de México, país que, de acuerdo al discurso, no pareciera estar sufriendo las consecuencias de problemáticas en las cuales sus vecinos al norte y al sur juegan un papel trascendental.

Entra también en este grupo Honduras cuyo discurso gira en torno a problemas locales, mientras que al hablar de cooperación internacional solo considera países ricos en otros lugares del planeta. Otro caso de esta naturaleza es el de Bolivia, cuyo discurso pasa de los efectos de la nacionalización de campos petroleros a dar un viaje por Irak, Irán Afganistán y Palestina, llegando a temas de migración a Estados Unidos y Europa, pero no toca temas que involucren a sus vecinos o principales socios comerciales. De forma similar aparece Nicaragua que a excepción de una breve mención del ALBA oscila entre lo local y lo global, así como los casos de Cuba, Guatemala, Panamá, Uruguay y Chile. Respecto a este último su presidente dice estar aislado geográficamente del resto de la región y del mundo; sin embargo, más que el aislamiento geográfico la idea que queda en el ambiente tras escuchar el discurso, es una de aislamiento político, social y económico.

El segundo grupo de países es aquel que ve en la región una causa de sus problemas al tiempo que la fuente de oportunidades para superarlos. El líder indiscutible de este grupo es Brasil en cuyo discurso se destacan los lazos que ha trazado con otros países de la región, el fortalecimiento de Mercosur y Unasur, y el papel desempeñado en la resolución de conflictos entre países latinoamericanos. Pertenece también a este grupo Colombia, que resalta las oportunidades de la región y se propone como su representante gracias a la experiencia adquirida en la lucha contra las drogas y terrorismo -problemas ubicuos en el continente. Caso similar ocurre con República Dominicana y El Salvador, preocupados principalmente  por problemas regionales como el narcotráfico, la violencia generada por los carteles de las drogas y el tráfico de armas. Por su parte Ecuador, Paraguay y Venezuela enfatizan la necesidad de la integración regional considerándola un espacio para la reducción de la desigualdad y el fortalecimiento de la democracia, al tiempo que destacan la importancia de la cooperación Sur-Sur. Perú destaca sus avances en la relación con Ecuador que incluyen la construcción de carreteras y puentes entre ambos países, la integración de sus sistemas de seguridad social y la constitución de consulados y embajadas de carácter binacional.

En las ciencias sociales se destaca la importancia de los lazos horizontales entre miembros de una comunidad como una de las claves para su desarrollo político y un buen desempeño económico. A riesgo de caer en la trampa de la extrapolación de condiciones nacionales a contextos internacionales, me atrevo a decir que aquellos países que desarrollan lazos con otros semejantes están, a mediano y largo plazo, en una posición mucho más favorable que aquellos que exclusivamente desarrollan lazos verticales con países más desarrollados económica, política y militarmente. Son prueba de ello el nacimiento de la Unión Europea en el primer caso, y las dictaduras latinoamericanas a lo largo del siglo XX en el segundo.

Como dije al inicio, los discursos pronunciados esta semana no representan la totalidad de la política ningún pais: están lejos de ello, desde luego. Sin embargo, al darnos una idea acerca de sus prioridades, nos muestran un grupo de países concentrados exclusivamente en sus problemas domésticos, que identifican sus intereses con los de los países más ricos, o se limitan a buscar en el primer mundo responsables por sus pobres resultados. Al mismo tiempo, estos discursos nos muestran otro grupo de países que luego de identificar problemas a nivel regional están trabajando conjuntamente para solucionarlos, así como para aprovechar las múltiples oportunidades que también ofrece la región.

Es importante que la experiencia de modelos anteriores cuyo fracaso obedeció en buena parte a la falta de reconocimiento de la importancia de los lazos horizontales entre países con realidades similares, sirva como ejemplo para la política de los próximos años, y prevalezca el modelo de cooperación regional. No obstante, en muchos casos resulta más fácil para cada pais desarrollar mecanismos de cooperación con países ricos que promover la cooperación con sus similares, lo cual dificulta la integración regional. La actitud decidida de países como Brasil genera algo de optimismo, por lo cual es necesario que otros países de la región sigan su ejemplo. Ya es hora de dejar de mirar hacia el norte para, por fin, desarrollar un proyecto regional que le permita a Latinoamérica competir con los otros bloques que se forman a lo largo del mundo.

Adenda:
A propósito de la coherencia de los discursos y las visiones de los latinoaméricanos, resulta interesante la percepción de la región por parte del vecino del norte. Dados los múltiples problemas por todo el mundo, no sorprende que en el discurso de Obama haya habido sólo una mención a la región o alguno de sus países. Lo que sí parece humor negro es ver cual fue esa mención. Hacia el final del discurso el presidente estadounidense dice que "celebramos el coraje de un Presidente en Colombia quien voluntariamente se hizo a un lado", ante la mirada atónita de la delegación Colombiana. ¿Desconocen quienes le escriben los discursos a Obama que Uribe fue impedido de permanecer en la presidencia por un fallo de la corte constitucional y no "por su propia voluntad", o es que hay quienes ya están interesados en re-escribir esta historia? Quisiera quedarme con la hipótesis de que Obama estaba siendo sarcástico pero nadie lo entendió.

Latin America at the United Nations: Individual Interests and Regional Cooperation

After the meeting of the General Assembly of the United Nations, it is worthwhile to draw some conclusions about the Latin American countries from their speeches of this week. While these statements do not capture the entire domestic and international policies of these countries, they can be taken as an indicator of their main concerns and the developments in different areas. Thus, climate change issues and the preservation of the environment are almost a common denominator within the concerns of the countries of the region. Similarly, there is almost a general consensus on the need to reform the United Nations and, in particular, its Security Council. Other topics of common interest to governments in the region are the international financial crisis and the well-known issues in Haiti, Israel, Iran and Cuba.

Regardless of the impact that each Latin American country may have on these issues, the concern for them is commendable and is also a proof of their cosmopolitan character which is the raison d'etre of the United Nations. However, there are other kinds of phenomena on which the positions of the governments of the region are much more varied; I am referring those events that transcend national borders but on which each of these countries do have a direct impact. That is, it is not the same a small country talking about global warming or the attack on the flotilla headed for Gaza, that this country's finding common problems with its neighbors and its developing of cooperative projects to solve them.

There are two clearly identifiable groups with this criteria: those countries going from global interests to purely domestic problems and successes, and those that are in an intermediate position whereby their individual and global problems have a point connection: their region. At one end of this spectrum lie countries like Argentina whose President goes from attacking the Washington Consensus and the International Monetary Fund, to remembering her concern over the Falklands and the terrorist attack in 1992 against the Embassy of Israel by a group of Iranian militants. She discusses the changes in Argentina's economic policy in recent years and the benefits it has brought, but makes no mention of regional integration processes, the exploitation of opportunities through projects with neighboring countries or the progress made in these areas. A similar situation is seen in the case of Mexico, which, according to the speech, does not seem to be suffering the consequences of issues in which their neighbors to the north and south play an important role.

Sign in Honduras in this group whose discourse revolves around local issues, and when talking about international cooperation considers only richer countries elsewhere in the world. Another case of this nature is that of Bolivia, whose speech goes from the effects of the nationalization of oil fields to take a trip through Iraq, Iran, Afghanistan and Palestine, reaching issues of migration in the United States and Europe, but does not touch issues involving its neighbors or major trading partners. Similarly, Nicaragua appears here -except for a brief mention of ALBA- and it is also the situation of Cuba, Guatemala, Panama, Uruguay and Chile. Regarding the latter its president said it is isolated geographically from the rest of the region and the world; however, more than the idea of geographic isolation what remains floating in the air after hearing the speech, is one of political, social and economic isolation.

The second group of countries are those that find in the region a cause of their problems and also a source of opportunity to overcome them. The undisputed leader of this group is Brazil whose speech highlights the links being drawn with other countries in the region, the strengthening of Mercosur and UNASUR, and its role in resolving conflicts between other Latin American countries. Colombia is also part of this group by its  highlighting of the opportunities of the region and its proposal to represent it thanks to the experience gained in the fight against drugs and terrorism -pervasive problems in the continent. A similar case occurs for the Dominican Republic and El Salvador, which are primarily concerned with regional problems such as drug trafficking, the violence generated by drug cartels and arms trafficking. Ecuador, Paraguay and Venezuela emphasized the need for regional integration considering it a space for reducing inequality and strengthening democracy, while highlighting the importance of South-South cooperation. Peru underscores the progress in its relation to Ecuador which includes the construction of roads and bridges between the two countries, the integration of their social security systems and the establishment of binational consulates and embassies.

Social sciences emphasize the importance of horizontal links between members of a community as one of the keys to their political and economic performance. At the risk of falling into the trap of extrapolating national conditions to an international context, I dare say that those countries that develop links with other similar countries are, in the medium and long term, in a better position than those who only develop vertical ties with more developed countries. Evidences of this are the birth of the European Union, in the first case, and the Latin American dictatorships over the twentieth century, in the second.

As I said earlier, the speeches this week do not represent the totality of the policies of any country; far from it, of course. However, by giving us an idea about their priorities, we see a group of countries that either concentrate solely on their domestic problems, identify their interests with those of richer countries, or just look in the developed world a responsible for their poor results. At the same time, these speeches show another group of countries that, after identifying problems at the regional level, are working together to solve them, and to seize the many opportunities that the region also offers.

It is important that the experience of previous models whose failure was due in large part to the lack of recognition of the importance of horizontal links between countries with similar situations, serves as an example for the politics of the coming years and, thus, the regional cooperation model prevails. However, in many cases it is easier for each country to develop cooperation mechanisms with richer countries than promoting cooperation with their counterparts, which makes regional integration even more difficult. The determined attitude of countries like Brazil generates some optimism, so it is necessary that other countries in the region follow suit. It is time to stop looking north to, finally, develop a regional project that will allow Latin America to compete with the other blocks that are being formed around the world.

Addendum:
With regard to the coherence of the discourses and visions of Latin Americans, it is interesting the perception of the region by its northern neighbor. Given the many problems around the world, it is not surprising that Obama's speech had only one mention of the region or any of their countries. What does seem like black humor is to see what that mention was. Towards the end of his speech the U.S. president said that "we also celebrate the courage of a President in Colombia who willingly stepped aside", to the astonishment of the Colombian delegation. Do not know those who write Obama's speeches that Uribe was unable to stay in office by a constitutional court ruling, and not by his "own will", or is it that some people are already interested in re-writing history? I would like to think that Obama was being sarcastic, but no one really understood.

Tuesday, September 21, 2010

Comentarios al Libro "Capital Social en Democracias en Desarrollo: Nicaragua y Argentina Comparados". Algunas Reflexiones para Colombia

Tras su viaje a los Estados Unidos en la década de 1830, Alexis de Tocqueville escribe el libro Democracia en América en el cual destaca varias de las costumbres democráticas de la entonces naciente sociedad norteamericana y muestra su contraste con el caso de algunas sociedades europeas donde el proceso de democratización era tan complejo. Una de sus conclusiones es que los sistemas democráticos funcionan mejor en sociedades donde los ciudadanos tienen un alto nivel de confianza mutuo, están acostumbrados a cooperar entre ellos y se consideran iguales entre sí. El concepto de fondo en esta idea, conocido hoy con el nombre de capital social, ha visto un desarrollo notorio en los últimos veinte años en la literatura en las ciencias sociales. Parte de la agenda de investigación en este tema consiste en comprender la forma como los ciudadanos crean lazos al interior de sus sociedades, así como el papel que estos lazos juegan en procesos de transición y consolidación de la democracia, colapso de regímenes políticos e incluso desempeño económico.

El libro Capital Social en Democracias en Desarrollo de Leslie E. Anderson, propone un estudio comparativo de los actuales procesos de democratización en Nicaragua y Argentina centrando su análisis en el papel que cada una de estas sociedades ha jugado en la vida política de sus países a lo largo de las últimas décadas. Llama la atención ver que el desarrollo político de estos dos países es contrario al que su desarrollo económico y nivel de industrialización harían esperar. Así, el texto muestra cómo en una sociedad relativamente moderna como la Argentina, los lazos horizontales entre ciudadanos son bastante débiles, hay un bajo nivel de capital político, un pobre carácter democrático de la ciudadanía y escasas iniciativas ciudadanas de organización política. Por el contrario, una sociedad mayoritariamente agrícola y con uno de los desempeños económicos más pobres en la región, como la Nicaragüense, se caracteriza por altos niveles de participación ciudadana y se ve permanentemente involucrada en sus propios asuntos políticos.

Un ejemplo reciente de la divergencia entre las realidades políticas de estos dos países es el inconformismo con que se han recibido algunas de las prácticas recientes del Presidente Nicaragüense, Daniel Ortega, calificadas como caudillistas, así como la oposición que este recibe por parte del legislativo, otros partidos de izquierda y dentro del mismo Sandinismo. Caso contrario ocurre en Argentina donde a partir de la transición a la democracia varios presidentes han renunciado, han estallado crisis económicas y escándalos de corrupción, mientras que por años la presidencia no sólo ha estado en manos del mismo partido sino, peor aún, recientemente dentro de la misma familia. El poco inconformismo que estos hechos han generado en la opinión pública revela una importante debilidad del carácter democrático de la sociedad Argentina.

-Nicaragua Sandinista-
En su esfuerzo por identificar las causas que han llevado a dos trayectorias completamente diferentes en cuanto al desempeño de la sociedad civil en estos países, Anderson identifica los procesos históricos de largo plazo como principal explicación. Específicamente, se centra en dos fenómenos bien definidos: el Sandinismo y el Peronismo. De acuerdo a la autora, la necesidad del pueblo Nicaragüense de luchar contra un régimen totalitario obligaba a la cooperación entre los distintos sectores de la población, grupos sociales, etáreos y sectores económicos, creando la idea de un "nosotros" que identificaba a prácticamente toda la población. Al interior del movimiento revolucionario que daría fin a más de cuarenta años de dictadura de la dinastía de los Somoza, el liderazgo basado en personalidades era prácticamente inexistente, mientras se desarrollaba un sentido de solidaridad y camaradería entre sus miembros. Más aún, dadas las repetidas bajas de los líderes del movimiento, se reducían los incentivos a cualquier tipo de personalismos o aparición de líderes carismáticos. La revolución era de los nicaragüenses y no respondía a los intereses y pasiones de unos pocos líderes; por el contrario, la sociedad construía importantes lazos horizontales entre sus miembros, al tiempo que se creaban organizaciones de la sociedad civil que son reconocidas formalmente una vez los Sandinistas alcanzan el poder.

-Juan Perón y Eva Perón-
El caso de Argentina con Perón ofrece un contraste interesante. A diferencia del Sandinismo, Perón enmarca su proyecto político entorno a sí mismo sin suscribir sus ideas ni objetivos a ningún predecesor, y tampoco se esfuerza por enmarcarlo en ningún contexto internacional. De igual forma, se desarrollan importantes lazos verticales entre Perón, el Peronismo y sus seguidores, en donde aspectos como la personalidad y el carisma del líder juegan un papel fundamental. Viniendo de la clase media-baja, Perón muestra su interés por las clases menos favorecidas pero desde una posición de poder sobre ellos al mejor estilo de un benefactor de la población. Así, en el país se lleva a cabo un proceso poco coherente ideológicamente de reforma desde arriba en lugar de uno de lucha, apoyo mutuo y lazos fuertes entre los ciudadanos.

Como parte de una visión del mundo en la que aparecen enemigos del régimen por todas partes, Perón cierra posibilidades para la aparición de líderes dentro del Peronismo, se opone a estudiantes, profesores, partidos políticos de oposición, prensa y cualquier alternativa política que se escapara de su control directo. De hecho, Eva Perón -quien goza de una alta popularidad durante estos años- actúa principalmente como un activo que le suma capital político al liderazgo y autoridad de Perón. Nuevamente, su participación se ciñe a un esquema de beneficencia en lugar de invitar a los sectores más vulnerables de la población a movilizarse y trabajar juntos por su propio bienestar.

De acuerdo a Anderson, el tipo de capital social desarrollado bajo este tipo de regímenes políticos semi-fascistas es anti-democrático. Respecto al Peronismo establece: "[Su comportamiento] afecta negativamente la confianza entre los Peronistas, entre sus líderes y el mismo Perón, entre líderes secundarios, y entre el Peronismo y la oposición no Peronista". En suma, un régimen político que en lugar de basarse en una ideología clara encuentra su razón de ser en el carisma del líder, crea la idea de un "nosotros" -los Peronistas, en este caso- y un "ellos" (la clase no-trabajadora, los capitalistas, las elites, los Radicales, los intelectuales, la prensa, la Iglesia, las universidades, etc.). Adicional  a esto, en términos económicos, este tipo de movimientos necesita perpetuar la pobreza en el largo plazo ya que su influencia sobre la población y sus mecanismos clientelistas se debilitan a la par que la pobreza se reduce.

Si bien el capital social en Argentina es bastante bajo, dada su importancia para la construcción de democracia surge entonces una pregunta: ¿cómo se explican los avances democráticos que ha alcanzado Argentina en los últimos años? Anderson señala las instituciones políticas como una alternativa para contrarrestar la falta de capital social y político de algunas sociedades. Así, destaca el importante papel histórico que las ramas legislativa y judicial han tenido a lo largo de la historia Argentina frente a su incipiente desarrollo en el caso Nicaragüense. Por ejemplo, durante el período Radical Argentino (1916-1930) el Congreso fue un contrapeso a los intereses del ejecutivo en cabeza de Hipólito Yrigoyen, lo que generó grandes enfrentamientos entre estas ramas del poder. Si bien durante el gobierno de Perón el legislativo sirvió principalmente para legitimizar el papel del ejecutivo a partir de sus mayorías Peronistas, el legislativo y las cortes jugaron un papel fundamental para la transición a la democracia en los ochenta así como para el juzgamiento de los responsables por las violaciones a los derechos humanos durante la dictadura. De igual forma, luego del cambio de la constitución que le permitió a Ménem  la reelección presidencial, a finales de los noventa el Congreso y la rama Judicial bloquean los intentos de este de permanecer en el poder por un tercer período, al tiempo que sacan a la luz pública importantes casos de corrupción de su gobierno.

Tras la lectura del texto es inevitable pensar en el estilo de política presente en Colombia durante los últimos ocho años. No vale la pena entrar a hacer una lista de todos los detalles que caracterizaron al pasado gobierno; a fin de cuentas estos son ampliamente conocidos y  en muchos casos esto implicaría repetir algunas de las prácticas mencionadas arriba para el caso Argentino tan sólo haciendo un cambio en los nombres de los protagonistas. Es suficiente recordar frases como "Yo no leo periódicos internacionales", "estas carnitas y estos huesitos" o la famosa "encrucijada del alma" para empezar a entender las similitudes. ¿Se acuerdan? Bueno, creo que para nadie es duda que el anterior gobierno colombiano estuvo caracterizado por altas dosis de personalismo, carisma y movimiento de masas por parte de su líder, así como el desarrollo de lazos verticales entre este y otros miembros del partido de gobierno, el partido y sus seguidores, y entre estos y los no-seguidores. Todo esto, desde luego, en detrimento del desarrollo de lazos entre ciudadanos y la construcción del tipo de capital social propicio para el avance de la democracia.

Para no extenderme más en este escrito, quiero refirirme a un artículo que apareció en la edición pasada de la revista Semana indirectamente relacionado con este tema y que ejemplifica  el lado negativo de esta forma de hacer política. En él se contrastan los consejos comunales, práctica que encarnó más de cerca el carisma y lazos verticales entre Presidente y ciudadanos, característicos del gobierno pasado, con la práctica equivalente del gobierno de Santos: los acuerdos. Si bien aún es apresurado sacar conclusiones acerca del nuevo mandatario, si es interesante la descripción que se hace de los consejos comunales, su carácter demagógico y su cuestionada eficiencia práctica:
"A pesar de su comprobada eficacia para lograr cercanía entre el Presidente y los ciudadanos, y para llenar la agenda de los medios de comunicación, pocos se imaginaban a Santos recorriendo el país cada sábado con poncho y sombrero para oir las quejas en jornadas de más de ocho horas. Mucho menos para ponerse del lado de la gente para criticar la ineficiencia estatal frente a temas puntuales como la necesidad de poner un semáforo en una esquina, remodelar una escuela o construir un salón comunal.... [Los acuerdos de Santos]  son más serios y pueden ser más eficaces pero difícilmente producirán diversiones como las que llenaron los noticieros de televisión los fines de semana en los últimos ocho años."
La pregunta que queda abierta es el tipo de capital social que se construye en Colombia; si es esta una sociedad en la que los ciudadanos se identifican en el otro y ven en sí mismos la posibilidad de unión para salir adelante en la solución de sus problemas o si, por el contrario, es una sociedad con lazos verticales donde la población espera la aparición de un líder que la movilice y le de solución a sus necesidades.

El carácter carismático y basado en aspectos personalistas que caracterizó al gobierno pasado hace pensar que en la sociedad colombiana los lazos verticales entre ciudadanos y líderes son más fuertes que aquellos lazos horizontales entre ciudadanos en igualdad de condiciones. Esto, como hemos visto, es un resultado lamentable y deja el rumbo de la democracia únicamente en manos de las instituciones políticas -por más responsables y eficientes que estas sean- en lugar de hacer responsable a cada ciudadano por el avance de su sistema político, como se ha encontrado en otras sociedades con larga tradición democrática. Esperemos que en el futuro haya menos caudillos carismáticos y en lugar de estos aparezcan más iniciativas ciudadanas para llevar a cabo las transformaciones que el país necesita. O, más bien, siguiendo el lenguaje del capital social: ¡empecemos a trabajar para ello!

-Consejos comunales de Uribe y los Acuerdos de Santos-

pd. En este momento preparo una reseña detallada del libro de Leslie E. Anderson que espero publicar en unos meses. Sobra decir que recomiendo este libro a quién esté interesado en los temas de capital social o desarrollo político de Latinoamérica.

Commentary to the Book "Social Capital in Developing Democracies: Nicaragua and Argentina Compared". Some Reflections on Colombia

After his trip to the United States in the 1830s, Alexis de Tocqueville wrote his book Democracy in America which highlights several of the democratic traditions of the nascent American society and shows its contrast with the case of some European ones where the democratization process was so complex. One of his conclusions is that democratic systems work best in societies where citizens have a high level of mutual trust, are used to cooperate and are considered equal to each other. The underlying concept in this idea, known today under the name of social capital, has seen a remarkable development in the last twenty years in the literature in the social sciences. Part of the research agenda on this issue is to understand how people create ties within their societies, and the role these ties play in processes of transition and consolidation of democracy, the collapse of political regimes and even economic performance.

The book Social Capital in Developing Democracies by Leslie E. Anderson proposes a comparative study of the current democratization processes in Nicaragua and Argentina and focuses its analysis on the role that each of these societies has played in the political life of their countries over recent decades. It is interesting to see that the political development of these two countries is contrary to what their economic development and industrialization levels would make one expect. Thus, the text shows how in a relatively modern society like Argentina, horizontal ties among citizens are rather weak, there is a low level of political capital, a poor democratic nature of citizenship and little citizens' initiatives for political organization. By contrast, a largely agricultural society with one of the poorest economic performances in the region, like the case of Nicaragua, is characterized by high levels of citizen participation and is permanently involved in their own political affairs.

A recent example of the divergence between the political realities of these two countries is the uneasiness with which some of the recent practices of Nicaraguan President Daniel Ortega, described as "caudillistas", have been received, as well as the opposition he faces from the legislature, other leftist parties and even within the Sandinistas. The contrary of this occurs in Argentina where since the transition to democracy several presidents have resigned, corruption scandals and economic crisis have erupted and not only the presidency has been held for years by the same party but, even worse, since a few years ago it has been held by the same family. The little dissent that these facts have had in the public opinion reveals a major weakness of the democratic character of the Argentinean society.
-Sandinista Nicaragua-
In her effort to identify the causes that have led to two completely different paths in the performance of civil society in these countries, Anderson identifies long-term historical processes as the major explanation. Specifically, she focuses on two well-defined phenomena: Sandinism and Peronism. According to the author, the Nicaraguan people's need to fight against a totalitarian regime required the cooperation between different sectors of the population, social and age groups, as well as economic sectors, creating the idea of a "we" that identified virtually the whole population. Within the revolutionary movement that put an end to more than forty years of dictatorship of the Somoza dynasty, personality-based leadership was virtually nonexistent, while its members developed a sense of solidarity and camaraderie among themselves. Moreover, given the repeated losses of the leaders of the movement, the incentives to all types of personalisms or the appearance of charismatic leaders were reduced. The Nicaraguan revolution belonged to the Nicaraguans and did not respond to the interests and passions of a few leaders; on the contrary, the society built significant horizontal ties among its members, while creating civil society organizations that are officially recognized once the Sandinistas come to power.

-Juan Perón and Eva Perón-
The case of Argentina with Perón offers an interesting contrast. Unlike the Sandinistas, Perón frames its political project around himself without subscribing his ideas or objectives to any predecessor, nor he strives to frame it in any international context. Similarly, important vertical ties are developed between Perón, Peronism, and its followers, where aspects such as the personality and charisma of the leader played a key role. Coming from the lower middle class, Perón shows an interest in the lower classes but from a position of power over them, in the style of a benefactor of the population. Thus, during this period an ideologically inconsistent process of reform is carried out in the country from above rather than a scenario of struggle, mutual support and close ties among citizens.


As part of a worldview in which he sees enemies of the regime everywhere, Perón closed the possibilities for the emergence of leaders within Peronism, opposed to students, teachers, other political parties, the media and any political alternative that would escape his direct control. In fact, Eva Perón, who enjoys a high popularity during these years, acts mainly as an asset that adds political capital to Perón's leadership and authority. Again, her participation is limited to a charitable scheme instead of inviting the most vulnerable sectors of the population to mobilize and work together for their own welfare.

According to Anderson, the type of social capital developed under this type of semi-fascist political regime is anti-democratic. With respect to Peronism she states: "[Its behavior] undermined trust among average Peronists, between lesser leaders and Perón himself, among secondary leaders and between Peronism and its non-Peronist opponents in the wider society." In short, a political regime that is based on its leader charisma rather than on a clear ideology, creates the idea of an "us" -the Peronists, in this case, and a "them" (the non-working class, the capitalist elites, the Radicals, the intellectuals, the press, the Church, universities, etc.). In addition to this, economically this kind of movement needs to perpetuate poverty and its influence on the population in the long run, as its clientelist mechanisms are weakened at the same time that poverty is reduced.

While social capital in Argentina is quite low, given its importance to building democracy, a question arises: how to explain the democratic advances that Argentina has achieved in recent years? Anderson points out at the political institutions as an alternative to overcome the lack of social and political capital in some societies. Thus, she stresses the important historical role that the legislative and judicial branches have taken over the history of Argentina in contrast to their poor development in the Nicaraguan case. For example, during the Argentine Radical period (1916-1930) the Congress was a counterweight to the interests of the executive in head of Hipólito Yrigoyen, which led to major clashes between these branches of power. Although during the Perón years the legislative served mainly to legitimize the role of the executive thanks to its Peronist majorities, the legislature and the courts played a key role in the transition to democracy in the eighties, as well as in the prosecution of those responsible for human rights violations during the dictatorship. Similarly, following the change of the constitution that allowed Menem's reelection, at the end of the nineties the Congress and the Judicial branch blocked his attempts to remain in power for a third term, while bringing to light important cases of corruption of his government.

After reading the text it is impossible not to think of the style of politics present in Colombia during the last eight years. It is not worth listing all the details that characterized the last government now; at the end of the day they are widely well-known and in many cases that would imply repeating some of the practices mentioned above for the Argentinean case just changing the names of the protagonists. It's enough to recall phrases like "I do not read international newspapers, "these little flesh and bones" or the famous "crossroads of the soul" Remember? Well, I think it is no doubt for anybody that the earlier Colombian government was characterized by high doses of personality, charisma and mass movement by its leader, and the development of vertical ties between him and other members of the governing party, the party and its followers, and between them and the non-followers. All this, of course, to the detriment of the developing of ties between citizens and the construction of the type of social capital that is conducive to the advancement of democracy.

In order not to expand further here, I want to refer to an article that appeared in the last issue of the Semana magazine indirectly related to this issue and that shows a clear example of the negative impact of this way of doing politics. It contrasts the communal councils, the practice that most closely embodied the charisma and vertical ties between the President and the citizens (characteristic of the previous government) with the equivalent mechanisms of the government of Santos: the agreements. Although it is still hasty to draw conclusions about the new President, it's interesting to see the description of the communal councils because of their demagogic character and its dubious practical efficiency:
"Despite its proven effectiveness in achieving closeness between the President and citizens, and to fill the agenda of the media, few imagined Santos touring the country every Saturday with a poncho and a hat to hear complaints in journeys of over eight hours. Much less siding with the people to criticize the inefficiency of the State in addressing specific issues as the need to put a stoplight on a corner, remodel a school or build a community hall .... [Santos agreements] are more serious and may be more effective, but will hardly produce entertainment like the one that filled television newscasts on weekends in the last eight years."
The question that remains open is the kind of social capital that is being built in Colombia today; whether this is a society in which people are identified in the other and see in themselves the possibility of cooperation to succeed in solving its problems or whether, on the contrary, it is a society with vertical ties where the public expects the emergence of a leader that will mobilize it and bring solutions to their needs.

The charismatic character and personal aspects that characterized the previous administration suggests that in the Colombian society the vertical ties between leaders and citizens are stronger than those horizontal links between citizens on equal terms. This, as we have seen, is an unfortunate result, as it leaves the path of democracy only in the hands of the political institutions -no matter how responsible and efficient they might be- instead of holding every citizen accountable of the advance of their political system, as it has been found in other societies with long democratic traditions. Hopefully in the future there will be fewer charismatic leaders and, instead of these, there will appear more citizen initiatives to carry out the transformations that the country needs. Or, rather, following the language of social capital: we better start working on it!


-Communal councils of Uribe and Santos' Agreements-

pd. At this point I am preparing a detailed review of Leslie Anderson's book which I hope to publish in a few months. Needless to say I recommend this book to anyone interested in the topics of social capital or political development in Latin America.

Thursday, September 16, 2010

Precaución: El Papa Viene

Wednesday, September 15, 2010

¿Homofobia o El Miedo a lo Diferente?

Llama la atención la forma como algunos temas despiertan molestia en muchas personas, más aún cuando quienes responden con indignación están lejos de ser sus víctimas reales o, peor aún, están del lado contrario. Los casos del matrimonio gay y de la adopción por parte de parejas homosexuales indudablemente aparecen en los primeros puestos en esta escala.

Siendo la homosexualidad un fenómeno presente a lo largo de la historia, independiente de la cultura de la sociedad, nivel de desarrollo económico o creencias religiosas predominantes, es curioso que a buena parte de las mayorías heterosexuales le haya parecido conveniente hacerle la vida imposible a quienes no comparten su orientación sexual. Pero la orientación sexual es solo una dimensión del problema; históricamente los negros, mujeres, judíos, musulmanes, gitanos y demás, han sido la excusa perfecta para perseguir lo que pareciera que realmente queremos: una sociedad donde todos seamos exactamente iguales, cumplamos los mismos estándares, y seamos totalmente predecibles. Queremos una sociedad donde todos los demás sean idénticos a nosotros mismos.

En el caso de la homosexualidad la exclusión va desde la negación de los derechos civiles de los que sí disfrutan las parejas heterosexuales, hasta considerarla como una enfermedad. Se pasa entonces por el escarnio público, la persecución, y mórbidos procesos de la mal llamada "limpieza social". Con un pobre entendimiento de lo que significa la palabra democracia, muchos homofóbicos se escudan en el argumento de que los heterosexuales al ser mayoría están en su derecho de imponer el orden social que más les guste y, por consiguiente, de negarle sus derechos a cualquier minoría; en este caso los homosexuales ("no se le puede pedir a la mayoría que se acomode para darle cabida a unos cuantos"). Este argumento desconoce la idea de que en las democracias los ciudadanos se someten al concurso democrático ya que saben que aún al hacer parte de la minoría sus derechos les serán respetados. Nuestros queridos homofóbicos democráticos parecen olvidar ese detalle y, así, terminan negando derechos básicos como la libertad de contraer matrimonio, crear un patrimonio conjunto, heredar bienes tras la muerte de la pareja, etc. Es decir, no se manda matar homosexuales abiertamente, pero se les ofrecen condiciones de vida que parecieran estar destinadas precisamente a ello.

Otra posición frente al tema, que se encuentra frecuentemente, es aquella de quienes se sienten tranquilos "tolerando" la homosexualidad siempre y cuando no tengan que ver a un homosexual, compartir con el/ella, tenerlo(a) de vecino(a) o cualquier otro incómodo acto que generaría tanta molestia. Es decir, se tolera que los homosexuales hagan de su vida lo que quieran pero que no se involucren con el resto de la sociedad. Más adelante volveré sobre otros ejemplos históricos donde se ha pensado de forma similar, pero por ahora sólo pensemos qué tipo de sociedad resultaría si este fuera un principio que la rigiera y se aplicara no sólo frente a los homosexuales sino también frente a cualquier minoría.

-Jesús tenía dos papás y resultó bien
Pero, bueno, si aceptar el matrimonio homosexual resulta para muchos un problema moral de dimensiones gigantescas, ¿qué se dirá de la adopción por parte de parejas homosexuales? Ahí a todos nos sale, por fin, el buen padre o madre que llevamos dentro. Entonces se vuelve una gran preocupación la formación de los niños, su educación, el tipo de ejemplo que recibirán, sus futuras orientaciones sexuales, etc. ¿Desde cuándo, pregunto, tanto interés por niños que en ningún otro contexto nos habrían interesado? ¿Por qué, en cambio, no nos preocupan las vidas de niños cuyos padres los abusan permanentemente? ¿Por qué no nos preocupa el ejemplo que reciben los hijos de delincuentes de la peor clase? ¿Por qué no nos preocupa el futuro de millones de niños que cada noche se van a la cama sin un plato de comida? Por una razón muy simple: porque nuestra preocupación verdadera no son los niños. Ellos son sólo una excusa para conseguir lo que de verdad nos genera placer: excluir de nuestro pequeño mundo a todo aquel que nos parezca diferente, y contentarnos viviendo en una sociedad totalmente uniforme.

En ese orden de ideas, los gays, lesbianas, bisexuales y trans-sexuales son también una excusa. Su orientación sexual, comportamientos, gustos, principios morales y demás, no son lo que realmente afecta a otros. Estas personas no molestan por lo que son; molestan por lo que no son. Al no ser como la mayoría, esta se siente incómoda y en vez de acomodarlos les pide que no existan o hace hasta lo imposible para lograrlo. Molestan, simplemente, por no ser como los demás.

Pero este no es el primer caso en la historia. Como decía antes, diferentes grupos han sufrido la exclusión por parte de las mayorías dominantes y ya conocemos los resultados que esto ha traído: esclavitud, servilismo, cruzadas, fascismo y sus diferentes versiones (como la de Hitler en la segunda guerra o, para no ir muy lejos, Sarkozy hoy). Tanto en estos casos como ahora el argumento inicial es el de una falsa tolerancia con una serie de limitaciones: escuelas especiales, derechos limitados, estigmatización, etc. El paso siguiente es la persecución y sujeción a todo tipo de vejámenes e incluso la muerte.

La diferencia en el caso de la homosexualidad es que el miedo a lo diferente disfrazado de homofobia cuenta con un patrocinador muy poderoso: la iglesia, o mejor, las iglesias. Es fácil darse cuenta de que gran parte de los argumentos en contra de los homosexuales tiene un importante origen religioso: desde su supuesta gran sabiduría la Biblia y el Corán rechazan de plano la homosexualidad, lo cual le ha servido a los homofóbicos como argumento para rechazar cualquier propuesta civil de avance en los derechos de las comunidades homosexuales. Pero esto no parece evidente para muchos, quienes afirman que su homofobia es independiente de principios religiosos. En este punto vale la pena citar a Nietzsche cuando asemeja la moral Judeo-Cristiana a un veneno que se extiende por todo el cuerpo que es la humanidad. Una vez la moral se inyecta en la sociedad la iglesia deja de ser necesaria: la moral de la mayoría hace el trabajo por más de que no se mencione a la iglesia en el asunto.

Así, el miedo a la diferencia respaldado por una moral religiosa se encarga de arruinarle la vida a personas cuyo única diferencia es tener una orientación sexual diferente a la de la mayoría. ¿No es la sexualidad un asunto de cada quien y es deber de la sociedad garantizar igualdad para todos los ciudadanos? ¿No hay, acaso, suficientes problemas en el mundo como para seguir preocupándonos porque haya gente que no siga exactamente el mismo modelo de vida que tenemos para nosotros? Ya es hora de que nos demos cuenta que esos mundos uniformes donde todos pensamos y nos comportamos igual nunca existirán y aprendamos entonces a aceptarnos en las diferencias.

-Imagina un mundo sin religión-

Homophobia or Fear of the Different?

It is striking to see how some issues arouse discomfort in many people, especially when those who respond with anger are far from being actual victims, or even worse, are on the opposite side of the spectrum. The cases of gay marriage and adoption by gay couples will undoubtedly appear in the top spot on this scale.

Being homosexuality a common phenomenon throughout history, independent of the culture of the society, its level of economic development or prevailing religious beliefs, it is curious that many in the heterosexual majority have seemed right to make life miserable for those who do not share their sexual orientation. But sexual orientation is just one dimension of the problem; historically, blacks, women, Jews, Muslims, Gypsies and others have been the perfect excuse to pursue what seems to be what we really want: a society where everyone is exactly alike, meet the same standards, and where we are totally predictable. We want a society where everyone else is identical to ourselves.

In the case of homosexuality the exclusion ranges from the denial of the civil rights that heterosexual couples do enjoy, to consider it as a disease. It includes the public ridicule, persecution, and morbid processes of the so called "social cleansing". With a poor understanding of what the word democracy means, many homophobes hide behind the argument that heterosexuals, by being the majority, have the right to impose the social order they like and, therefore, to deny their rights to any minority, in this case gays ("you can't ask the majority to accommodate to open room for a few"). This argument does not take into accout the idea that in democracies citizens subject themselves to the democratic competition because they know that even when they are in the minority their rights will be respected. Our democratic homophobes seem to forget that detail, and thus they end up denying basic rights such as freedom to marry freely, to create a joint estate, inherit property upon the death of a mate, etc. That is, gays are not sent to be killed openly but instead are offered living conditions that seem to be aimed precisely at that.

Another position on the issue, which is often found, is the one of those who are comfortable "tolerating" homosexuality as long as they do not have to see a homosexual, to share with him/her, to have him/her as a neighbor, or any other act that would generate so uncomfortable nuisance. That is, they "accept" that homosexuals make their with their life whatever they want, as long as they do not engage with the rest of society. Later on I will go to other historical examples where people have thought in similar ways, but for now just think about the kind of society we would get if this were a principle that governed it and it were applied not only against gays but also against any minority.

But, anyway, if accepting homosexual marriage is for many a gigantic moral issue, what will be said of the adoption by homosexual couples? Then, the good father or mother within us finally awakes. Now the education of children becomes a great concern, along with their education, type of example they will receive from their parents, their future sexual orientation, etc. Since when, I wonder, so much interest in children for whom in any other context we would have not been interested at all? Why do not we care about the lives of children whose parents abuse them permanently? Why do not we worry about the example that children of criminals of the worst kind receive? Why do not we worry about the future of millions of children that go to bed every night without a meal? The reason is simple: because our real concern is not the children. They are just an excuse for us to get what really give us pleasure: excluding from our little world all of those who look different to us, and be content living in a uniform society, perfectly standard and totally predictable.

In that train of thought, gays, lesbians, bisexuals and trans-sexuals are also an excuse. Their sexual orientation, behavior, tastes, morals and so on, are not what really affect the rest. These people do not bother by what they are, but instead, they upset the rest by what they are not. By seeing in them something different, the majority feels uncomfortable and instead of accommodating them, asks them to cease existing or does whatever is possible for making it happen. They bother just for not being exactly like the rest.

But this is not the first case in history. As I said before, different groups have suffered exclusion from the dominant majority and we know the results this exclusion has brought: slavery, servitude, crusades, fascism and its various versions (like Hitler's in World War II or, not to go too far, Sarkozy's today.) In these cases and now the initial argument is a false tolerance with a number of limitations: special schools, limited rights, stigma, and so on. The next step is subjection to persecution and all kinds of indignities and even death.

The difference in the case of homosexuality is that the fear of the difference disguised homophobia has a powerful sponsor: the church, or rather, the churches. It is easy to see that many of the arguments against homosexuals have an important religious origin. In their supposed great wisdom the Bible and the Koran are totally opposed to homosexuality, which has served as grounds for homophobes in their rejection to any proposed civil advance in the rights of the gay community. But this does not seem obvious to many who claim that their homophobia is independent of religious principles. At this point it is worth citing Nietzsche when he resembles the Judeo-Christian morality to a poison that spreads throughout the body that is humanity. Once the moral is injected into society, the church is no longer necessary: the morality of the majority does the work, even if the church or religion are not mentioned in the matter.

Thus, the fear of difference supported by a religious morality is responsible for ruining the lives of people whose only difference is having a sexual orientation which is not the one of the majority. Is not sexuality a matter of each own and the duty of society to guarantee equality for all citizens? Are not there, perhaps, enough problems in the world like to be concerned about the existence of people who do not exactly follow the same model of life we have for us? It is time we realize that those uniform worlds where everybody think and behave like us will never exist, and then we will learn to accept each other in our differences.

Wednesday, September 8, 2010

Legalización de la Marihuana en California: ¿Cuál es el paso a seguir?

El tema de las drogas despierta un nuevo interés en estos días a raíz del referendo sobre  la legalización de la marihuana en California a llevarse acabo el próximo mes de noviembre. Desde el punto de vista práctico la propuesta ha sido defendida en aras de la liberalización  de recursos que actualmente se utilizan en la lucha anti-drogas, la reducción del número de presos en las cárceles Californianas relacionados con posesión y tráfico del estupefaciente, y el desmonte del negocio de los carteles haciéndolo legal. Sin embargo, el muy probable voto favorable que obtendrá esta propuesta rememora los repetidos problemas de coherencia que se han dado en este campo, lo cual obliga a un replanteamiento del papel de los países productores.

Desde hace años se ha argumentado ampliamente a favor de la legalización de las drogas en lugar de continuar las sangrientas guerras que se han dado a raíz de ellas. Países como Perú, Colombia y México han pagado con creces el precio de una guerra en la que el objetivo primordial siempre ha sido atacar la oferta. Mientras en los sesentas y setentas la marihuana se expandía en los campus de universidades estadounidenses, las mafias del negocio hacían de las suyas en Colombia. En los ochentas, cuando la cocaína alcanza un importante estatus en clubes nocturnos y fiestas privadas, Colombia se desangra en su lucha contra el cartel de Medellín al tiempo que la sociedad adopta el sistema de valores impuesto por los mafiosos. Perú entra a jugar un papel importante en este negocio, y los dineros del narcotráfico alimentan a la guerrilla Maoista Sendero Luminoso en lo que sería la época más violenta del país en su vida independiente. La tendencia continua y el dinero del narcotráfico financia guerrillas y paramilitares en Colombia, mientras  que los gobiernos de la región adoptan diferentes técnicas de erradicación incluyendo la siempre cuestionable fumigación con glifosato. En los años recientes, con el cambio en el sistema organizacional de las mafias, México y Centroamérica adquieren un poco deseado papel  protagónico y a diario vemos noticias cada vez más horrendas acerca del alto costo en vidas humanas que representa la guerra contra las drogas; las imágenes de la Colombia de los ochentas parecieran estar hoy re-creándose y ampliándose en territorio Mexicano.

-Guerra contra las drogas en México-
Durante todo este tiempo se ha hablado del principio de corresponsabilidad en la lucha contra las drogas; la convención de Viena en 1988, por ejemplo, establece la necesidad de cooperación internacional, lo que pareciera haberse traducido en el envío de recursos monetarios y técnicos a los países productores a fin de atacar el problema por el lado de la oferta. En repetidas ocasiones se ha alegado la falta de compromiso por parte de los países consumidores en desarrollar campañas que desincentiven su uso y signifiquen una importante reducción de la demanda.

-Evo Morales en la ONU en 2009-
En ese sentido, la posible legalización de la marihuana en California tiene un aspecto positivo adicional, y es el envío claro de la señal de "rendimiento" por parte de las autoridades norteamericanas en la lucha contra las drogas; lo positivo -si las relaciones internacionales obedecieran a un mínimo de lógica- es que con esta eventual decisión queda sin piso cualquier intento de continuar guerras contra las drogas al sur del Río Bravo. ¿Qué sentido tiene, por ejemplo, condenar los ritos que involucran la hoja de coca en Bolivia, y que ha defendido ferreamente el Presidente Evo Morales, cuando la marihuana es legal para usos recreativos en California? ¿Qué sentido tiene fumigar hoja de coca en las selvas colombianas cuando empresas norteamericanas son libres de producir y comercializar diferentes variedades y marcas de marihuana? ¿Qué sentido tiene condenar moralmente el uso de las drogas en nuestros países -como se ha hecho todos estos años- cuando algunas de estas son de uso libre en el país más poderoso del mundo?

Aparte de los beneficios mencionados arriba, la posible decisión tiene un trasfondo filosófico importante al hacer al individuo libre y responsable de sus propias decisiones, en lugar de tener un Estado vigilante que "lo proteja de si mismo". Otro aspecto positivo es que la legalización discrimina los costos del uso de las drogas haciéndolos caer principalmente sobre sus usuarios; a fín de cuentas ¿por qué debe pagar el conjunto de la sociedad por los hábitos y preferencias de unos cuantos -así sean millones-, como ha ocurrido hasta la fecha? Lo que sí es lamentable es que en nuestras sociedades latinoamericanas -principales protagonistas de esta dura guerra- no seamos capaces de dar un debate abierto y sin complejos acerca del uso y legalidad de las drogas. Es triste que por la falta de valor que nos ha caracterizado para discutir estos temas y tomar decisiones firmes frente a ellos, hayamos permitido el baño de sangre que marca nuestra historia reciente, la estigmatización de nuestras sociedades por ser productoras de las drogas tan apetecidas en el mundo desarrollado, y el descalabro social que ha traído esta lucha sin sentido.

Queda ahora abierta la pregunta acerca de los pasos a dar con miras a la posible decisión que se tome en California. Los presidentes Felipe Calderón de México, Alan García de Perú y Juan Manuel Santos de Colombia, han mencionado la necesidad de adoptar una posición común frente a estos temas, reconociendo la incoherencia que significaría continuar una guerra contra las drogas en este nuevo contexto. No obstante, más allá de las posiciones oficiales de estos gobiernos, es necesario que la sociedad civil se pronuncie al respecto y sea capaz de tomar una postura que rechace el conservatismo, mediocridad y dependencia con que estos temas se han manejado hasta hoy.

Como mencioné antes, los posibles cambios en la política anti-drogas que el referendo en California significa, aparecerían sólo si las relaciones internacionales entre productores y consumidores de drogas tuvieran un mínimo de lógica. Sin embargo, de acuerdo a lo que hemos visto hasta ahora, la única lógica existente consiste en que los países consumidores se interesen en reducir el consumo por medio de una escalada en  los niveles de violencia en los países productores. Así, que no nos extrañe ver dentro de poco a nuevos emporios de la marihuana, así como el uso de la droga más que aceptado en la vida  diaria en California y otros estados, mientras que "al Sur de Estados Unidos" nos seguimos matando para controlar la producción de las drogas que aún no se han legalizado. Con tal de que allá no escalen los problemas de salud pública, aquí continuaremos nuestra escalada de violencia; claro, a menos que estas otras drogas también se legalicen.

Tuesday, September 7, 2010

Legalization of Marijuana in California: What's the Next Step?

The drugs issue has had a renewed interest during these days given the referendum on the legalization of marijuana in California which will be held next November. In practical terms the proposal has been defended in the name of the liberalization of the resources currently used in the war on drugs, the reduction in the number of inmates in California's prisons related to drug possession and traffic, and the clearing of the cartels' business by making it legal. However, the favorable vote this proposal is likely to get recalls the repeated problems of coherence that have existed in the field, forcing to rethink of the role of the producer countries.

For years there has been tons of arguments in favor of legalizing drugs instead of continuing the bloody wars that have occurred as a consequence of them. Countries like Peru, Colombia and Mexico have more than paid the price of a war in which the primary objective has always been to target the supply. While in the sixties and seventies marijuana expanded in the campuses of U.S. universities, business mafias made mischief in Colombia. In the eighties, when cocaine reaches an important status in nightclubs and private parties, Colombia bleeds to death in its struggle against the Medellin cartel, while society takes the value system imposed by the Mafia. Peru comes to play an important role in this business and drug money feeds the Maoist Shining Path guerrillas in what would be the country's most violent era in its independent live. The trend continues and the drug money finances guerrillas and paramilitaries in Colombia, while the governments of the region adopt different eradication techniques including the always questionable  spraying with glyphosate. In recent years, with the change in the mafias' organizational system, Mexico and Central America acquired an undesirable  leading role and now we see horrendous news everyday about the high cost in human lives posed by the war on drugs; images of the eighties in Colombia seem to be re-created and expanded today in Mexican territory.

-"War against drugs" in Mexico-
All this time there have been talks of the principle of corresponsibility in the fight against drugs; the Vienna Convention in 1988, for example, establishes the need for international cooperation, which seems to have resulted in the sending of money and technical resources to producing countries to tackle the problem by the supply side. On several occasions there have been complains about the lack of commitment by consumer countries to develop campaigns to discourage the use of drugs and that mean significant reductions in the demand.

-Evo Morales at the UN in 2009-
In that sense, the possible legalization of marijuana in California has an additional positive aspect: sending a clear signal of  "giving up" by the U.S. authorities in the fight against drugs. The positive side -if international relations obey at least some minimum logic- is that this decision leaves without floor any attempt to continue drug wars south of the Rio Grande. What is the point, for example, of condemning the rites involving coca leaf in Bolivia, that have been staunchly defended the President Evo Morales, when marijuana is legal for recreational uses in California? What sense does fumigation of coca leaves in the Colombian jungles have when American companies are free to produce and market different varieties and brands of marijuana? What sense does it have to morally condemn the use of drugs in our countries, as has been done all these years, when some of these drugs are free to use the most powerful country in the world?

Apart from the benefits mentioned above, the decision would have an important philosophical character by making the individual free and responsible for her own decisions, instead of having a watchman state "protecting her from herself." Another positive aspect is that legalization discriminates the costs of drug use by making them fall mainly on its users, after all why should the whole society pay for the habits and preferences of a few -even if they are millions- as has happened so far? What is regrettable is that in Latin American societies -the main protagonists in this hard and nonsense war- we have been unable to provide an open and uninhibited debate about the use and legality of drugs. It is sad that due to the lack of value that has characterized us to discuss these issues and make sound decisions before them, we have allowed the bloodshed that marks our recent history, the stigma of our societies for producing drugs that are highly desired in the developed world, and the social disaster that has brought this endless fight.

The question that now remains open is about the next steps towards the eventual decision to be taken in California. The Presidents Felipe Calderón of Mexico, Alan García of Peru and Juan Manuel Santos of Colombia, have mentioned the need to adopt a common position on these issues, recognizing the incoherence that would be to continue a war against drugs in this new context. However, beyond the official positions of these governments, it is necessary that civil society takes a stand that rejects the conservatism, mediocrity and dependence with which these issues have been addressed so far.

As I mentioned earlier, the possible changes in anti-drug policy that the referendum in California means, will appear only if the international relations between producer and consumer countries have a minimum of logic. However, according to what we have seen so far, the only existing logic is that the consuming countries are interested in reducing consumption by helping escalate the levels of violence in the producer countries. So it would be no surprise to see new emporiums of marijuana and its use more than accepted in everyday life in California and other states, while "at the south of the United States" we keep killing ourselves to control the production of drugs that have not yet been legalized. As long as over there public health problems do not escalate, here we will continue our escalation of violence, of course, unless these other drugs are legalized too.