Sunday, January 30, 2011

¿El Fin de la Confrontación Ideológica en Latinoamérica?

En un artículo reciente en el Journal of Democracy, Michael Shifter –Presidente del Diálogo Interamericano, un centro estadounidense de estudios políticos- destaca la presencia de una tendencia en Latinoamérica hacia la reducción del espectro ideológico, acompañada de una estabilización hacia el centro del mismo. Respalda su afirmación con diferentes encuestas de opinión pública en la región, resultados de elecciones en varios países y medidas de política por parte de sus gobiernos. Desde su perspectiva, los discursos de algunos líderes políticos intentan mostrar la presencia de diferencias ideológicas que en la práctica realmente no existen, o al menos no de forma tan marcada.

Así, aunque Shifter coincide con la mayoría de estudiosos de la región, en señalar un viraje hacia la izquierda, aclara que el equilibrio en el espectro ideológico aún se encuentra ligeramente cargado hacia la derecha pero con opciones mucho menos polarizadas que hace una década. Adicionalmente, la creciente independencia frente a Estados Unidos ha permitido a varios de los países Latinoamericanos poner mayor énfasis sobre la agenda socioeconómica, aspecto que no es bandera de la política económica de la potencia mundial. Para el autor, se ha alcanzado un “nuevo consenso” en torno a los enfoques de política económica y social, que consiste en complementar las políticas características del Consenso de Washington con políticas dirigidas a atacar los problemas perennes de pobreza y desigualdad económica de la región. Las fórmulas de disciplina fiscal, privatización, desregulación de la economía y liberalización del comercio han sido acompañadas por importantes políticas de carácter social como los exitosos programas de transferencias condicionales de dinero.

Parte de la confianza en el enfoque de política social y económica adoptado se debe al éxito relativo con que fue afrontada la crisis económica de 2009; sólo México y Centroamérica, cuyas economías son altamente dependientes de la de Estados Unidos, se vieron notablemente afectadas por la crisis. El resto de la región logró superar la prueba de forma satisfactoria y, en casos como Brasil, a la estabilidad macroeconómica se le suman importantes logros en temas sociales. Esto sin olvidar que Latinoamérica es la región más desigual del mundo y que aún mantiene altos índices de pobreza que, como lo señala el texto, son una de las causas que más ha dificultado el desarrollo de una democracia robusta.

La tendencia hacia el centro que se ha observado en los últimos años se debe parcialmente al desencanto de amplios sectores de la población –principalmente los votantes más jóvenes- con prácticas políticas tradicionales características de períodos de mayor polarización. Así, es de destacar la fuerza electoral que alcanzaron algunos políticos parcialmente fuera del debate izquierda-derecha como Antanas Mockus en Colombia, Marco Enríquez-Ominami en Chile, o Marina Silva en Brasil. Es igualmente importante la cercanía ideológica entre la mayoría de los candidatos a la Presidencia en cada uno de estos países, donde las diferencias radicaban más en estilo y personalidad que en propuestas políticas de fondo. Adicionalmente, en países que han mostrado un viraje hacia la izquierda -lo que resulta “problemático” para algunos analistas-, es de destacar la disciplina fiscal de Morales en Bolivia o el pragmatismo de Ortega en Nicaragua; esto es prueba adicional de la generalidad en la aceptación de cierto tipo de políticas.

Pero, ¿qué tan estable puede llegar a ser el equilibrio del que habla Shifter en su artículo? Como él mismo lo reconoce, la región aún enfrenta importantes retos en temas económicos, sociales y un largo camino por recorrer en cuanto a la fortaleza de sus instituciones políticas, sus sistemas judiciales y las altas tasas de criminalidad. Otro artículo en el mismo número de la revista discute la dificultad de alcanzar estabilidad política y seguridad en una región donde el Estado es ausente en múltiples partes del territorio, lo que genera simultáneamente amenazas para la seguridad individual y la seguridad nacional. En algunos casos, la presencia de estos retos puede conducir a dificultades importantes del sistema político y, por ese camino, abrir la puerta a opciones ideológicas por fuera del centro del espectro ideológico hacia el que tiende la región.

No obstante, los problemas no terminan allí. Más allá de la violencia urbana y el crimen organizado que encuentra su origen en la vasta desigualdad socio-económica, los intentos de corregirla representan ataques directos a grupos poderosos económica y militarmente. Como es de esperarse, estos grupos no están dispuestos a ceder su posición favorable por mecanismos pacíficos, con lo cual pueden generar una fuerte polarización ideológica. Ejemplo de esto son los carteles de la droga en México y Centroamérica, o las bandas criminales emergentes (BACRIM) que surgieron del proceso incompleto de desmonte del paramilitarismo en Colombia.

La presencia de estos grupos con grandes intereses políticos y económicos, acompañados de los problemas sociales que han caracterizado históricamente a Latinoamérica, pueden generar rupturas irreparables en la tendencia hacia el equilibrio ideológico que describe Shifter.

Adicionalmente, dada la tradición de prácticas clientelistas presentes en la región, no es de sorprender que la pérdida de fuerza del debate ideológico sea utilizada precisamente para que políticos que defienden los intereses de estos grupos, co-opten partidos políticos con una ideología débil. Esto les permitirá alcanzar el poder, seguir defendiendo el statu quo y, así, detener la tendencia progresista que han mostrado algunos países y que varios otros están aún por iniciar. A menos que se solucionen estos problemas de fondo, a pesar de las señales que muestra el escenario político, es apresurado hablar de un fin de la confrontación ideológica en Latinoamérica.

Adenda
El artículo de hoy de Maria Jimena Duzán en la Revista Semana tiene un análisis interesante acerca de las consecuencias de este tipo de estabilización ideológica para el caso particular de algunos políticos colombianos. Recomiendo su lectura.
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Referencias:



Sunday, January 23, 2011

Multipartidismo e Identificación Ideológica

Un aspecto importante en la escena política Latinoamericana de las últimas décadas es la transición que varios países han hecho hacia sistemas políticos multipartidistas. Lo que antes eran sistemas de dos partidos, como los casos de Uruguay y Colombia, o de un solo partido dominante, como en el caso de México, ha dado espacio a escenarios con varias opciones electorales y múltiples agendas políticas e ideológicas.

Sin embargo, la variedad que ofrecen estos sistemas multipartidistas va acompañada de una dificultad creciente en términos de la comunicación ideológica entre las élites políticas y las masas. Así, en escenarios con baja polarización, mientras los sistemas bipartidistas facilitan al electorado la identificación con uno u otro partido, esto deja de ser cierto cuando hay múltiples opciones. Parte de esta dificultad se debe a la aparición de partidos del tipo "agárralo-todo": aquellos que integran diferentes visiones, probablemente gracias al atractivo individual de algunos de sus líderes, pero que carecen de una ideología política bien definida. Estos partidos hacen que para los electores sea difícil entender conceptos básicos como izquierda y derecha, y, más aun, que puedan ubicarse a sí mismos en este espectro. El lado negativo de todo esto es que si las élites y las masas hablan lenguajes políticos diferentes, se hace más difícil pensar en la consolidación del sistema de partidos, lo que a su vez se traduce en una baja representación en términos de ideología y de políticas públicas.

Un reciente estudio publicado en el Journal of Politics in Latin America utiliza datos de encuestas de Brasil para estudiar qué determina la capacidad de la gente de auto-ubicarse en el espectro ideológico, así como la estabilidad de sus respuestas a lo largo del tiempo. Posteriormente indaga acerca de las consecuencias en términos del tipo de políticas y candidatos que son apoyados cuando hay presencia de estos problemas de auto-ubicación e inestabilidad.

Como se desprende del contraste entre bipartidismo y multipartidismo, los resultados del estudio muestran que a mayor distancia ideológica entre candidatos políticos, mayores niveles de auto-identificación y estabilidad ideológica por parte del electorado. Similarmente, ambientes con mayor información política afectan positivamente la auto-ubicación en el espectro izquierda-derecha, mientras que la participación en conversaciones políticas contribuye también a la estabilidad de estas elecciones. En términos del papel de los medios de comunicación, la lectura de periódicos afecta positivamente a ambas variables; la radio sólo tiene un efecto sobre la auto-ubicación; mientras que ver noticias por televisión no contribuye a ninguna de las dos.

Pero, ¿cuál es el la consecuencia de fondo de que la gente se pueda o no ubicar en el espectro izquierda-derecha? En la segunda parte del artículo sus autores muestran que aquellos ciudadanos que no logran ubicarse en el espectro ideológico o cuyas elecciones en el tiempo son más inestables, tienden a ser "derechistas en potencia", y expresan esta tendencia en las urnas al votar por candidatos de derecha.

En sus palabras:
"Los votantes que no logran identificarse en el espectro izquierda-derecha típicamente tienen un menor nivel de educación y estatus social y están menos interesados en política. Tienden a valorar diferentes características de los políticos, y se centran principalmente en su personalidad y en beneficios particulares en lugar de resultados de política. En Brasil los candidatos de la derecha han sido asociados tradicionalmente con beneficios clientelistas y personalistas en mayor medida que los candidatos de la izquierda" (Ames y Smith, 2010).
Así, un sistema multipartidista, con partidos sin una clara identificación ideológica, favorece principalmente a candidatos que responden a intereses inmediatos de la población –por ejemplo arroz o tejas - o para los cuales la imagen del líder es uno de sus activos más importantes. No obstante, como lo indican los autores, esto no necesariamente es una regla: los casos de Chile y Francia se caracterizan por un alto número de partidos y una alta polarización, lo cual permite fácilmente definirlos como de izquierda o de derecha, facilitando, a su vez, la auto-ubicación de sus electores.

Desde luego, es de esperarse que en sociedades con una pobre cultura política, la ideología que caracteriza a partidos fuertes sea fácilmente reemplazada por la imagen de unos líderes populares o por consignas electorales disociadas de agendas políticas e ideológicas. Al sacrificar la ideología a cambio de un discurso político ambiguo, los partidos políticos dejan de ser mecanismos eficientes para la verdadera representación del electorado. La pobre coherencia entre el mensaje que envían sus líderes y la forma como este es recibido por el resto de la población, genera obstáculos importantes para el fortalecimiento del sistema político y, por ese camino, para la consolidación de una democracia sana. Lamentablemente este es el escenario predominante por estos días en muchos de los países de la región.

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Enlace al artículo Knowing Left From Right: Ideological Identification in Brazil, 2002-2006
 
Referencia:
Ames, B., and Smith, A.E. Knowing Left From Right: Ideological Identification in Brazil, 2002-2006. Journal of Politics in Latin America, Vol 3, No. 3, 2010.

Sunday, January 16, 2011

Disonancia Cognitiva, Actitudes Personales y Partidos Políticos

Cuando un ciudadano se ve ante la elección de un candidato o partido político, su decisión obedece a variables como su orientación ideológica personal, sus creencias, valores, o sus pre-concepciones acerca del papel del Estado entre muchas otras. Así, es de esperarse que una persona muy creyente no se incline por un partido anti-clerical, o que un defensor a ultranza del libre mercado no integre un partido de izquierda.

Sin embargo, la fuerte relación existente entre características personales e identificación partidista va más allá de esto, como lo muestra un reciente
estudio publicado en el American Political Science Review. Los autores argumentan que si bien la relación de características personales a elección partidista es cierta, su estudio ofrece evidencia acerca de la relación causal inversa: la elección de un partido político afecta las actitudes y comportamientos políticos de sus integrantes.

Este resultado va en la misma dirección de algunos estudios en psicología social: allí, se conoce como "disonancia cognitiva" al sentimiento que se tiene cuando se enfrenta información contraria; un mal comentario acerca de alguien a quien uno aprecia, por ejemplo. Esta incomodidad se resuelve por medio de un proceso mental de ajuste de creencias y actitudes de acuerdo a las pre-concepciones sobre el fenómeno en cuestión. Así, compartir una identidad o pertenecer a un grupo –llámese tribu, religión, raza o partido- genera comportamientos y creencias que hacen que sus integrantes se identifiquen más con otros miembros del mismo grupo que con aquellos fuera de este; desde luego, muchas veces esto implica ignorar los posibles errores del grupo.

El estudio -realizado por un equipo de Profesores de la Universidad de Yale- consistió en un experimento de campo en el estado de Connecticut, Estados Unidos, de cara a las elecciones presidenciales primarias de 2008. Tras una encuesta inicial, se contactó por correo a posibles votantes que no estaban registrados en ninguno de los dos partidos políticos dominantes pero que mostraban cierta inclinación hacia uno u otro. En el correo a los potenciales electores
sólo se les recordaba que para poder votar en las primarias, el estado de Connecticut les exige a sus residentes estar registrados en algún partido.

Ente los resultados de la investigación se encuentra que aquellos individuos que fueron contactados tuvieron una probabilidad más alta de registrarse y votar que aquellos que no lo fueron. Lo más interesante, sin embargo, es que en una encuesta realizada meses más tarde se observa que quienes decidieron registrarse como resultado del correo, muestran una mayor identificación con el partido político de su elección, que aquellos que no lo recibieron. Igualmente, aquél grupo muestra mayor coherencia en términos de la relación entre su elección de partido, comportamiento electoral y la evaluación de políticos, sean estos de su mismo partido o del partido contrario. Finalmente, no se encuentra un efecto importante sobre opiniones políticas personales o el grado de participación en política.

Si bien este es un estudio pionero en el tema, lo cual hace necesario complementarlo con otros similares para alcanzar resultados concluyentes, surgen de aquí un par de reflexiones importantes. Por un lado, es positivo que los partidos aglutinen al electorado y lo movilicen para participar en elecciones, en últimas, la participación masiva en estas es fundamental para la legitimidad de una democracia. Así pues, es destacable que la membresía partidista tenga un efecto positivo sobre el comportamiento electoral.

Por otro lado, es preocupante que no se encuentren efectos importantes en términos de opiniones y participación en política. Es decir, pareciera que los miembros de los partidos son motivados únicamente para participar en elecciones, más no para debatir acerca de temas políticos o mejorar sus opiniones personales sobre los mismos. La situación es aún más crítica cuando observamos que los miembros de un partido tienen una mejor opinión acerca de los políticos de éste (frente a aquellos que no son miembros de ningún partido), al tiempo que empeora su opinión respecto a los políticos del partido contendor. Es decir, sólo por el hecho de pertenecer a un partido una persona es menos crítica de los políticos que la representan, al tiempo que es más crítica de los demás.

Este último resultado ayuda a explicar los altos niveles de popularidad que mantienen algunos políticos luego de votaciones masivas a su favor, a pesar de la evidencia de fallas importantes en su administración. Así, pareciera más importante para los ciudadanos sentirse identificados con su partido, para lo cual tienen que dejar de lado los errores que este comete, en lugar de mantener una actitud crítica hacia sus líderes y ejercer un control político riguroso.

Es lamentable ver la ciega defensa de proyectos políticos, más aún cuando sus abusos, errores y omisiones saltan a los ojos de la ciudadanía. Es también lamentable que en muchos casos resulte más importante la identidad partidista que el buen juicio político. Y, finalmente, si es poco lo que podemos hacer frente a estos problemas de disonancia cognitiva, más vale tener en cuenta que nuestras decisiones respecto a políticos y partidos cambian el juicio que tenemos de ellos. Así, no sólo es necesario elegir bien y ejercer un control político permanente, sino también recordar que la forma como vemos a los políticos y sus partidos están siendo afectadas por nuestras decisiones pasadas.
¡Una tarea nada fácil!

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Enlace a una versión libre del artículo Party Affiliation, Partisanship, and Political Beliefs: A Field Experiment
 

Referencia:
Gerber, A., Huber, G. and Washington, E. Party Affiliation, Partisanship, and Political Beliefs: A Field Experiment. American Political Science Review, Nov. 2010, Vol 104, No. 4.

Wednesday, January 12, 2011

Sobre los Hechos Recientes en Arizona

Esta semana escuché a la congresista estadounidense por el estado de Arizona, Ileana Ross Lehtinen, en una entrevista acerca de los hechos ocurridos la semana pasada en los que seis personas resultaron muertas y más doce heridas, incluyendo a la Representante Demócrata Gabrielle Giffords. Su respuesta ante varias preguntas relacionadas con el posible efecto de la polarización política del país, la facilidad para adquirir armas en ese Estado, e incluso, algunas campañas agresivas por miembros del Tea Party, fue siempre la misma: los hechos fueron exclusivamente responsabilidad de un “enfermo mental” y de ninguna manera están relacionados con aspectos sociales, políticos o económicos de la nación. Es decir, son simples hechos aislados.

Desde luego, lo políticamente correcto en este tipo de situaciones es desmentir cualquier complot, tensión política con resultados violentos e ignorar el carácter incendiario del discurso por parte de algunos políticos. Es mucho más conveniente mandar la señal de que estos hechos son un problema mental de un sólo individuo y que, por consiguiente, no hay nada que cambiar en la sociedad.

De estos "hechos aislados" hemos escuchado mucho a lo largo de la historia. En 2007, en coautoría con Andrés Salazar, escribí un artículo acerca de este tipo de posiciones para el caso particular de la violencia entre tribus urbanas en Colombia. Creo que el argumento que desarrollamos en ese artículo aplica para el caso presente tras hacer un simple reemplazo de nombres. Ustedes juzgarán.

Aquí va el enlace:

Sunday, January 9, 2011

Música y Sociedad en "Entren los Que Quieran" de Calle 13

-Calle 13-
En un debate entre el ex asesor presidencial José Obdulio Gaviria y el ex Senador Gustavo Petro acerca de la película colombiana Retratos en un Mar de Mentiras, se toca la discusión acerca del papel del arte en la sociedad. Gaviria propone que el cine, en lugar de tratar temas tan crudos como la violencia paramilitar y el desplazamiento forzado, sería más interesante si tuviera un enfoque diferente y, en sus palabras: "con una sociedad mucho más alegre, con una sociedad mucho más brillante, con historias de estudiantes, historias de amor, historias de desengaño, historias incluso con elementos humorísticos." Petro, por su parte, defiende el enfoque de la película y desde allí hace un llamado por un arte crítico, consciente de la realidad de su momento y que muestre lo que muchas personas de otra forma nunca verían. Aclara que en casos como los de la Alemania Nazi o, en general, donde se llevan a cabo crímenes contra la humanidad, un tipo de arte diferente no tendría sentido.

Sin ánimo de entrar a discutir si todo arte debe o no estar relacionado con la realidad de su sociedad -ya que no pongo en duda la grandeza de muchas obras que no tienen esta característica- sí es preocupante el escenario contrario: un arte que nunca se enmarca en su realidad. Al hablar de arte popular -el único al que tiene acceso una gran parte de la población- es lamentable escuchar en radio cantantes que dan la sensación de vivir en un eterno ir y venir del amor al desamor, o ver en cine y televisión un mundo completamente diferente al que se ve en las calles. En general, aparte de un rato de diversión, muchos de estos artistas comerciales sólo contribuyen a que la sociedad se desconozca a sí misma, ignore u olvide su pasado y se limite a pensar en el presente; una exitosa estrategia comercial, desde luego, pero que deja un gran vacío por llenar. Por el contrario, es grato, por decir lo menos, encontrar trabajos artísticos comprometidos con la realidad y con un proyecto de sociedad.

En días pasados conocí el más reciente trabajo de la agrupación puertorriqueña Calle 13 y en él vi mucho de eso. Allí se tocan temas como la calidad de la educación, el desempleo, la violencia, diferencias de clase, la industria armamentista o los engaños orquestados desde el Vaticano, todos ellos de gran relevancia para la región. Sin embargo, es en cortes como 'El Hormiguero' donde se llega al trasfondo del concepto político y social que buscan transmitir. Con este término la agrupación se refiere a los inmigrantes latinoamericanos en los Estados Unidos y a la guerra silenciosa que se lleva a cabo día tras día: una confrontación que no es armada sino que consiste en el trabajo inmigrante con el que se lucha por la dignidad y los derechos de los trabajadores; una lucha contra esquemas racistas, guerreristas y opresivos; una lucha que poco a poco deja su huella en el país del norte.

Pero sin duda la joya de la corona en el álbum "Entren los que Quieran" es el corte titulado 'Latinoamérica' en donde los músicos cuentan con la colaboración de reconocidas cantantes como Totó La Momposina (Colombia), Susana Baca (Perú) y María Rita (Brasil). Musicalmente la canción incluye sonidos que hacen pensar en un viaje desde el sur del continente y que, con las voces invitadas, atraviesa los Andes para terminar desembocando en el mar Caribe. Se alcanza a percibir la influencia de grupos como Gotan Project así como múltiples sonidos antillanos. En un intento por construir cierta identidad latinoamericana, en su letra la canción recorre imágenes emblemáticas de la región: la fotografía de un desaparecido, fábrica de humo, mano de obra campesina, la altura que sofoca, o las muelas de mi boca mascando coca, por ejemplo. Al mismo tiempo, la canción hace un llamado a la concientización sobre la historia de la región y su mirada hacia el futuro con frases como: "la Operación Cóndor invadiendo mi nido, perdono pero nunca olvido".

Con este trabajo, y en continuación con sus discos anteriores, Calle 13 empieza a hacer parte de la constelación de artistas latinoamericanos críticos de la realidad de la región y con un interés de ofrecer utopías que a veces parecieran no existir en la política.

Es siempre loable la aparición de propuestas críticas de la realidad desde las artes, la ciencia y la literatura, más aún en momentos cuando se respiran aires de unanimismo en torno a ciertos proyectos políticos. Desde luego, siempre habrá voces que preferirán que se abandone tanta actitud contestataria y los artistas se restrinjan a cantar canciones de amor. Para ellos, al fin y al cabo, el mundo es un lugar maravilloso.
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Ver el debate sobre Retratos en un Mar de Mentiras aquí.
Ver video de 'Calma Pueblo' aquí.
Escuchar 'Latinoamérica' aquí.

Friday, January 7, 2011

Pareciera que el tiempo no pasa,...

Hace más de cinco años un grupo de amigos de la Universidad Externado de Colombia creamos la Revista Divergencia: Un Lugar para la Opinión. En el Editorial del segundo número de la revista escribimos acerca de la libertad de expresión en Colombia, libertad de prensa y el permanente hostigamiento del que algunos periodistas independientes eran entonces víctimas durante el gobierno del señor Alvaro Uribe Vélez.

Es lamentable que luego de las revelaciones que poco a poco salen a la luz pública acerca de la campaña de desprestigio en contra de algunos periodistas, orquestadas desde el más alto gobierno, el hostigamiento en muchos casos continúe. De esto hemos visto mucho en días recientes en medios como la radio o las redes sociales. Sea esta la ocasión para recordar lo que dijimos en ese entonces y hacer un llamado porque toda la verdad salga a flote y se haga justicia en todos estos casos. 

Aquí va el enlace a ese editorial:
Revista Divergencia No. 2, Editorial

Sunday, January 2, 2011

Guardiola-Rivera y la Interpretación de Nuestra Realidad

-Oscar Guardiola-Rivera -
En una entrevista que le hice en días pasados a una importante política colombiana, me señalaba como uno de nuestros problemas principales la escasez de intérpretes de nuestra realidad: librepensadores que sean capaces de ir más allá de la coyuntura y dar miradas profundas sobre el pasado y presente, de tal forma que nos ayuden a entender los retos que nos plantea el futuro y, así, estar preparados para asumirlos con altura. Recordé, entonces, cómo William Ospina –sin duda uno de estos intérpretes- muestra que los grandes movimientos que han caracterizado a la América Mestiza -como el la llama- no han surgido de forma independiente en cada uno de nuestros países sino que, por el contrario, son parte de una visión del mundo que integra a los diferentes pueblos del continente americano.

Es así como las guerras de independencia son un huracán que pasa por toda la región a principios del siglo XIX, y que une fuerzas de las hoy diferentes naciones que integran nuestra América; caso similar ocurre desde mediados del siglo XX con el boom de la literatura que muestra un lenguaje común desde la Patagonia hasta el Río Grande; o con los movimientos musicales como el de la Salsa cuando convergen en Nueva York músicos Cubanos, Puertorriqueños, Mexicanos y Panameños.

Así, sería un esfuerzo fallido pensar en un proyecto de sociedad que desconozca nuestros lazos con las demás naciones americanas, que se ufane de un inútil orgullo nacionalista y que busque resaltar diferencias donde hay más similitudes, muchas de las cuales con frecuencia nos resistimos a aceptar. Desafortunadamente, la visión predominante de nuestros gobernantes a lo largo de la historia ha apuntado precisamente a eso: enfatizar divisiones en lugar de resaltar nuestras cercanías, e ignorar proyectos de integración regional que recojan ese espíritu Latinoamericano.

El libro What if Latin America Ruled the World? (algo así como ¿Qué Pasaría si Latinoamérica Gobernara el Mundo?) del filósofo Colombiano Oscar Guardiola-Rivera, está precisamente encaminado a dar una visión contemporánea de nuestra América a partir de su historia y el papel que actualmente juega la región a nivel mundial con el fin de tener una mejor comprensión de los retos que ofrece el futuro. El principal reto surge tras un simple análisis de tendencias: con el ritmo de crecimiento poblacional actual en el año 2040 el próximo país de América Latina será Estados Unidos. Es decir, dadas las tasas de inmigración, las tasas de fertilidad de los inmigrantes latinos en la potencia del norte y las tasas de fertilidad de los norteamericanos no-hispánicos, en 2040 la mayoría de la población estadounidense será de descendencia Latinoamericana. Esto, desde luego, implica cambios fundamentales en el manejo de las relaciones internacionales de Estados Unidos con el resto del continente pero, de forma más importante, implica una dinámica totalmente diferente en cuanto a la forma como los latinoamericanos vemos el mundo y nos relacionamos con él, así como lo que tenemos que ofrecer en ese escenario político, ya no en materia de recursos naturales como ha sido la tradición, sino en las relaciones entre humanos, y entre humanos con el planeta.

Para Guardiola-Rivera las claves para asumir el papel protagónico de Latinoamérica residen en su imaginario colectivo, en sus leyendas, su pasado pre-colonial, su experiencia colonial y su vida independiente. Desafortunadamente, la llegada de la modernidad al continente destruyó muchas de esas visiones y las reemplazó con una visión homogeneizadora del mundo, un discurso con un sentido unidireccional de la historia y con unos estándares en los cuales, por definición, América Latina se ha visto relegada a un papel secundario. Sin embargo, muchas de las visiones originarias empiezan a cobrar valor nuevamente. Por ejemplo, las ideas indígenas de comunidad y de propiedad común, que fueron reemplazadas con las nociones de individualidad y propiedad privada, empiezan a renacer con las tecnologías modernas cuando vemos que lo importante en muchos casos –libros, música, películas- no es su tenencia física sino tener acceso a ellos. Es decir, el desarrollo de las nuevas tecnologías genera una interacción que se acerca más a los sueños de los indígenas que a aquellos de los conquistadores, colonizadores, y conquistadores-globalizadores.

Tal vez lo más interesante de estos sueños es que no son fenómenos aislados de nuestro pasado sino que, para bien o para mal, se han repetido una y otra vez a lo largo de nuestra historia. Un ejemplo de esto es el caso del papel del istmo de Panamá y las islas del Caribe, su carácter simbólico en el imaginario de los europeos que llegan a América, de los norteamericanos, y de nuestros pueblos mismos. Tener el control de esa región permite controlar el flujo de mercancías, oro, personas, armas y drogas. Guardiola-Rivera muestra cómo la visión de William Paterson -fundador del Banco de Inglaterra- al crear un esquema de inversión en el siglo XVII cuyo eje se ubicaría en la cuenca del Caribe, es repetida siglos más tarde con el tráfico de drogas por parte de Pablo Escobar, u otros esquemas de inversión fraudulentos como los de Sir Allen Stanford –dueño del grupo financiero Stanford- o el de David Murcia Guzmán –creador del sistema de pirámides que lleva sus iniciales, DMG. Tal como ocurre en este caso, aunque los sueños acerca de la región y la visión del mundo que tenemos giran de manera constante y adoptan formas diferentes, su esencia prevalece. De ahí la importancia de tener una clara comprensión de lo que es nuestra América para tener en el futuro una mejor interacción entre nosotros mismos así como con el resto del mundo.

Uno de los temas que se destacan en el trabajo de Guardiola-Rivera es el de las diferencias entre Latinoamérica y los Estados Unidos. En particular, la forma como la integración de diferentes grupos étnicos bajo el esquema de una misma nación ha permeado la visión del mundo a los dos lados de la frontera. Más aún, resulta trascendental la forma como estas diferentes concepciones del mundo han marcado diferencias importantes en la vida de ambos pueblos. Tras las guerras de independencia las nuevas naciones se vieron frente al reto de crear una sociedad que integrara a sus diferentes grupos étnicos o que marcara diferencias entre ellos. Estados Unidos, donde la participación de Afro-Americanos e Indígenas en la guerra de independencia fue relativamente reducida, construye una sociedad para los blancos y que excluye a los demás grupos étnicos; Latinoamérica, por su parte, con más siglos de mestizaje y con el trabajo mancomunado de las diferentes etnias en los procesos independentistas, se ve obligada a integrarlos en las nuevas repúblicas independientes. Si bien hay cierto contenido de racismo en muchos de nuestros países Latinoamericanos, este es mucho menor al que caracteriza históricamente a los Estados Unidos. No es de sorprender que los primeros lugares donde se aboliera la esclavitud fueran Haití y Colombia a comienzos del siglo XIX, mientras que décadas más tarde este fenómeno significara para Estados Unidos una sangrienta guerra civil.

Esto, desde luego, tiene un efecto notorio en la visión del mundo; así, mientras la mayoría de los Latinoamericanos se considera parte de la Civilización Occidental –de la cual hereda el idioma, lengua, cultura y muchas de sus tradiciones-, en Estados Unidos aparecen académicos respetados como Samuel Huntington, que pregonan un Choque de Civilizaciones y que ven en Latinoamérica la amenaza más grande para la identidad estadounidense. Esto se traduce en comportamientos que van desde "el racismo de todos los días" hasta medidas de política que levantan muros para impedir la entrada de inmigrantes o la negación de derechos para los hijos de inmigrantes ilegales. Esta visión también ha significado el sentimiento de superioridad frente a las razas que componen a América Latina, y han servido como justificación para la ocupación de Nicaragua en el siglo XIX, la toma de Panamá a comienzos del XX, o el permanente papel intervencionista en asuntos económicos y políticos a lo largo de gran parte de nuestra historia.

Sin embargo, Latinoamérica ha revivido parte de esa visión universalista que la caracteriza y ha desarrollado proyectos económicos como el estructuralismo cuyo trasfondo es un cambio cualitativo en las relaciones internacionales. Estos desarrollos buscan hacer que los países pobres adopten un rol diferente al que han tenido históricamente de tal forma que en un mediano plazo estén en capacidad de competir con sociedades más desarrolladas. Contrasta esto con la ciega aceptación de un modelo económico tipo 'camisa de fuerza' en el que todos los países deben jugar con las mismas condiciones, sin importar que a los más pobres se les impida utilizar las estrategias que los que hoy son ricos usaban cuando no lo eran –léase, negar a los países subdesarrollados de hoy el proteccionismo que las potencias utilizaron en sus tempranas etapas de desarrollo. Muy a nuestro pesar, estas iniciativas fueron canceladas como resultado de regímenes dictatoriales en la segunda mitad del siglo XX que, siguiendo con el espíritu homogeneizador mencionado antes, sólo ven una posibilidad para la idea de nación y un sólo camino en los procesos de desarrollo; uno en el que el papel de Latinoamérica siempre consiste en "tratar de ponerse al día".

What if Latin America Ruled the World es un importante referente en el presente y futuro de Latinoamérica. Es un viaje por nuestra historia, nuestros mitos, nuestros sueños, y un llamado hacia nuestro futuro. Es una invitación a reflexionar sobre nuestra realidad, la forma como nos relacionamos con el mundo, como procesamos la información que nos llega desde el mundo desarrollado y como combinamos el conocimiento ancestral de nuestros antepasados con el mundo cada vez más globalizado al que pertenecemos. Es también una invitación a conocer nuestra historia para no cometer, por ignorancia o ingenuidad, los errores que tanto nos han costado en el pasado. Sin duda alguna este libro ubica a Guardiola-Rivera como uno de esos intérpretes de la realidad que tanto necesitamos.

Adenda
Sobra decir que las interpretaciones de la realidad y las miradas profundas sobre la misma aparecen en diferentes campos: la ciencia, el arte y la música son algunos de ellos. Sobre música, las visiones de algunos escritores sobre este tema, así como trabajos como el que actualmente hacen algunos artistas, espero escribir la próxima semana.