Wednesday, September 15, 2010

¿Homofobia o El Miedo a lo Diferente?

Llama la atención la forma como algunos temas despiertan molestia en muchas personas, más aún cuando quienes responden con indignación están lejos de ser sus víctimas reales o, peor aún, están del lado contrario. Los casos del matrimonio gay y de la adopción por parte de parejas homosexuales indudablemente aparecen en los primeros puestos en esta escala.

Siendo la homosexualidad un fenómeno presente a lo largo de la historia, independiente de la cultura de la sociedad, nivel de desarrollo económico o creencias religiosas predominantes, es curioso que a buena parte de las mayorías heterosexuales le haya parecido conveniente hacerle la vida imposible a quienes no comparten su orientación sexual. Pero la orientación sexual es solo una dimensión del problema; históricamente los negros, mujeres, judíos, musulmanes, gitanos y demás, han sido la excusa perfecta para perseguir lo que pareciera que realmente queremos: una sociedad donde todos seamos exactamente iguales, cumplamos los mismos estándares, y seamos totalmente predecibles. Queremos una sociedad donde todos los demás sean idénticos a nosotros mismos.

En el caso de la homosexualidad la exclusión va desde la negación de los derechos civiles de los que sí disfrutan las parejas heterosexuales, hasta considerarla como una enfermedad. Se pasa entonces por el escarnio público, la persecución, y mórbidos procesos de la mal llamada "limpieza social". Con un pobre entendimiento de lo que significa la palabra democracia, muchos homofóbicos se escudan en el argumento de que los heterosexuales al ser mayoría están en su derecho de imponer el orden social que más les guste y, por consiguiente, de negarle sus derechos a cualquier minoría; en este caso los homosexuales ("no se le puede pedir a la mayoría que se acomode para darle cabida a unos cuantos"). Este argumento desconoce la idea de que en las democracias los ciudadanos se someten al concurso democrático ya que saben que aún al hacer parte de la minoría sus derechos les serán respetados. Nuestros queridos homofóbicos democráticos parecen olvidar ese detalle y, así, terminan negando derechos básicos como la libertad de contraer matrimonio, crear un patrimonio conjunto, heredar bienes tras la muerte de la pareja, etc. Es decir, no se manda matar homosexuales abiertamente, pero se les ofrecen condiciones de vida que parecieran estar destinadas precisamente a ello.

Otra posición frente al tema, que se encuentra frecuentemente, es aquella de quienes se sienten tranquilos "tolerando" la homosexualidad siempre y cuando no tengan que ver a un homosexual, compartir con el/ella, tenerlo(a) de vecino(a) o cualquier otro incómodo acto que generaría tanta molestia. Es decir, se tolera que los homosexuales hagan de su vida lo que quieran pero que no se involucren con el resto de la sociedad. Más adelante volveré sobre otros ejemplos históricos donde se ha pensado de forma similar, pero por ahora sólo pensemos qué tipo de sociedad resultaría si este fuera un principio que la rigiera y se aplicara no sólo frente a los homosexuales sino también frente a cualquier minoría.

-Jesús tenía dos papás y resultó bien
Pero, bueno, si aceptar el matrimonio homosexual resulta para muchos un problema moral de dimensiones gigantescas, ¿qué se dirá de la adopción por parte de parejas homosexuales? Ahí a todos nos sale, por fin, el buen padre o madre que llevamos dentro. Entonces se vuelve una gran preocupación la formación de los niños, su educación, el tipo de ejemplo que recibirán, sus futuras orientaciones sexuales, etc. ¿Desde cuándo, pregunto, tanto interés por niños que en ningún otro contexto nos habrían interesado? ¿Por qué, en cambio, no nos preocupan las vidas de niños cuyos padres los abusan permanentemente? ¿Por qué no nos preocupa el ejemplo que reciben los hijos de delincuentes de la peor clase? ¿Por qué no nos preocupa el futuro de millones de niños que cada noche se van a la cama sin un plato de comida? Por una razón muy simple: porque nuestra preocupación verdadera no son los niños. Ellos son sólo una excusa para conseguir lo que de verdad nos genera placer: excluir de nuestro pequeño mundo a todo aquel que nos parezca diferente, y contentarnos viviendo en una sociedad totalmente uniforme.

En ese orden de ideas, los gays, lesbianas, bisexuales y trans-sexuales son también una excusa. Su orientación sexual, comportamientos, gustos, principios morales y demás, no son lo que realmente afecta a otros. Estas personas no molestan por lo que son; molestan por lo que no son. Al no ser como la mayoría, esta se siente incómoda y en vez de acomodarlos les pide que no existan o hace hasta lo imposible para lograrlo. Molestan, simplemente, por no ser como los demás.

Pero este no es el primer caso en la historia. Como decía antes, diferentes grupos han sufrido la exclusión por parte de las mayorías dominantes y ya conocemos los resultados que esto ha traído: esclavitud, servilismo, cruzadas, fascismo y sus diferentes versiones (como la de Hitler en la segunda guerra o, para no ir muy lejos, Sarkozy hoy). Tanto en estos casos como ahora el argumento inicial es el de una falsa tolerancia con una serie de limitaciones: escuelas especiales, derechos limitados, estigmatización, etc. El paso siguiente es la persecución y sujeción a todo tipo de vejámenes e incluso la muerte.

La diferencia en el caso de la homosexualidad es que el miedo a lo diferente disfrazado de homofobia cuenta con un patrocinador muy poderoso: la iglesia, o mejor, las iglesias. Es fácil darse cuenta de que gran parte de los argumentos en contra de los homosexuales tiene un importante origen religioso: desde su supuesta gran sabiduría la Biblia y el Corán rechazan de plano la homosexualidad, lo cual le ha servido a los homofóbicos como argumento para rechazar cualquier propuesta civil de avance en los derechos de las comunidades homosexuales. Pero esto no parece evidente para muchos, quienes afirman que su homofobia es independiente de principios religiosos. En este punto vale la pena citar a Nietzsche cuando asemeja la moral Judeo-Cristiana a un veneno que se extiende por todo el cuerpo que es la humanidad. Una vez la moral se inyecta en la sociedad la iglesia deja de ser necesaria: la moral de la mayoría hace el trabajo por más de que no se mencione a la iglesia en el asunto.

Así, el miedo a la diferencia respaldado por una moral religiosa se encarga de arruinarle la vida a personas cuyo única diferencia es tener una orientación sexual diferente a la de la mayoría. ¿No es la sexualidad un asunto de cada quien y es deber de la sociedad garantizar igualdad para todos los ciudadanos? ¿No hay, acaso, suficientes problemas en el mundo como para seguir preocupándonos porque haya gente que no siga exactamente el mismo modelo de vida que tenemos para nosotros? Ya es hora de que nos demos cuenta que esos mundos uniformes donde todos pensamos y nos comportamos igual nunca existirán y aprendamos entonces a aceptarnos en las diferencias.

-Imagina un mundo sin religión-

2 comments:

  1. Julián te hago una pregunta: ¿qué opinión tienes acerca del hecho de que la comunidad gay invisibiliza y niega aún,la realidad intersexual del síndrome genuino del (mal llamado) transexualismo?
    ¿Sabías que en muchísimos países, a pesar de las sobradas evidencias científicas a favor de la causa neurobiológica en ése defecto congénito, el activismo lgbt está interfiriendo directa y conscientemente con los derechos sanitarios urgentísimos de esas personas intersexuales?

    Quisiera saber si estabas enterado, de cómo la imposición cultural de la "identidad transgénero" por parte de la comunidad gay mundial, está siendo EL OBSTÁCULO MAYOR de aquellas personas intersex para lograr su rehabilitación física y de su reinserción social.

    Gracias, y me pareció muy interesante tu artículo.

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  2. La verdad no estaba al tanto de esto pero ahora que lo pienso me parece un fenómeno normal aunque no por eso aceptable. Es decir, la reacción frente a la discriminación gay ha hecho que la comunidad heterosexual poco a poco "acepte" a los gays hasta el punto que en algunos países o estados de los Estados Unidos, ya estén practicamente en igualdad de condiciones con los heterosexuales. Sin embargo, entiendo que todavía hay mucho tabú frente a los trans-sexuales.

    Siguiendo con mi argumento del artículo diría que dado que cada vez es menos posible ver a un gay como alguien "diferente", entonces la necesidad de discriminar y de encontrar diferencias se traslada de los gays a las personas inter-sexuales.

    Aquí, como en otros casos, la salida que veo no es solo que estas personas se organizen y luchen por sus derechos sino que el resto de la sociedad se una en torno a ellos y luche como si fueran uno más de los suyos. Creo que, en general, es deber de las mayorías luchar por las minorías. Los problemas de coordinación en ese tipo de escenarios no son fáciles, pero los resultados de casos en los que cada quien lucha por lo suyo no son menos indeseables.

    Gracias por el comentario y por la información adicional.

    Saludos,

    Julián

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