Sunday, December 19, 2010

Comentarios al Libro “Colonialismo y Desarrollo Post-Colonial. La América Española en Perspectiva Comparada” de James Mahoney

Un problema importante en las ciencias sociales es el de entender los mecanismos por los cuales la historia tiene incidencia en la realidad contemporánea de las sociedades estudiadas. Si bien es ampliamente reconocido que muchas de las diferencias observadas al comparar países o entidades sub-nacionales encuentran su origen en períodos remotos de su historia, no es fácil alcanzar un consenso acerca de qué parte de esta historia es la que ha generado tales diferencias, ni el proceso por el cual estas surgen. Las instituciones sociales, políticas y económicas ofrecen una clara respuesta a estas preguntas pero no siempre es evidente la forma como tales instituciones prevalecen a lo largo del tiempo o se traducen en diferentes resultados observables.

Al tratar de entender el desarrollo comparativo de las naciones, muchos autores coinciden en apuntar a las diversas experiencias en su pasado colonial. Adam Smith, por ejemplo, señalaba los diversos estilos de los países colonizadores europeos como un determinante fundamental de su política colonial; en ese sentido, las colonias británicas estarían marcadas por un espíritu mucho más liberal que sus similares portuguesas o españolas, lo que a su vez se traduciría en sistemas legales favorables al desarrollo temprano del capitalismo y, posiblemente, al desarrollo económico y social de largo plazo. En un artículo influyente de 2001 en el American Economic Review, Acemoglu, Johnson y Robinson muestran que las instituciones coloniales que garantizan la protección de los derechos de propiedad son un causante del desarrollo de largo plazo y que su establecimiento en las colonias estuvo determinado por las condiciones geográficas y climáticas de las mismas. Así, a medida que la mortalidad de los colonizadores aumentaba, estos optaban por usar su colonia como una fuente para la extracción de recursos minerales, en lugar de utilizarla permanentemente para su asentamiento con lo cual se implantarían sus instituciones y se promovería el desarrollo.

El libro "Colonialismo y Desarrollo Post-Colonial" de James Mahoney, Profesor de Ciencia Política y Sociología de la Universidad de Northwestern, es una respuesta a estas dos visiones parciales de la historia. Desde su punto de vista fijarse únicamente en la identidad del colonizador o, alternativamente, en las condiciones pre-coloniales de los territorios conquistados por los europeos, es insuficiente para entender la verdadera relación entre el pasado colonial y el desarrollo de largo plazo. El análisis se centra en el estudio de los países continentales de América que hicieron parte del Imperio Español; desarrolla una teoría que muestra cómo se relacionan las diferentes experiencias coloniales que estos países vivieron durante cerca de trescientos años con sus niveles de desarrollo económico y social de largo plazo. A modo de aplicación se analizan brevemente los casos de los imperios británico y portugués, lo cual contribuye a mostrar la validez externa de la teoría.

Vale la pena señalar que este trabajo de Mahoney, al igual que su libro anterior, "Los Legados del Liberalismo: Dependencia de la Trayectoria y Regímenes Políticos en América Central", también contribuye de forma importante a la discusión en términos metodológicos. Utilizando herramientas del Análisis Histórico Comparativo, y con un detallado conocimiento de los hechos descritos, pone en tela de juicio la viabilidad de tener una aproximación rigurosa a estos temas con herramientas estrictamente cuantitativas, como se ha venido haciendo en los últimos años. En lo que sigue presento el argumento general del texto y posteriormente comento algunas de las ventajas metodológicas ofrecidas por el mismo.

Argumento Teórico
La teoría que se desarrolla en el texto enfatiza que al estudiar el efecto del período colonial en el desarrollo de las sociedades, más que la identidad del colonizador lo que verdaderamente importa son sus instituciones político-económicas; en particular, si estas son predominantemente mercantilistas o liberales. La contraparte, en términos del elemento que aportan los territorios colonizados, es la importancia del nivel de institucionalización económica, social y política de la población indígena existente antes de la colonia; por ejemplo, el grado de división del trabajo, si previamente existía o no una organización jerarquizada, la presencia de instituciones religiosas, etc. De acuerdo al argumento del autor, el nivel de complejidad institucional pre-colonial determina el grado de participación del poder imperial, apareciendo una relación positiva entre estas dos si el poder colonial es mercantilista, y negativa si su carácter es liberal.

El poder colonizador determina clivajes étnicos al interior de las regiones colonizadas, los cuales son fundamentales para entender el desarrollo económico y social de largo plazo; la profundidad de tales clivajes está a su vez determinada por el tipo de instituciones del colonizador. Así, una mayor intervención por parte de un poder mercantilista crea élites que se perpetúan a lo largo del tiempo y que representan un obstáculo al desarrollo de largo plazo, mientras que una mayor participación de un poder liberal tiende a estar más identificado con una sociedad sin clases y es, por consiguiente, favorable para el desarrollo. Es decir, el mecanismo de transmisión de las diferencias coloniales al desarrollo de largo plazo consiste en las instituciones económicas y sociales establecidas a lo largo del período colonial. A este respecto Mahoney establece:
"Instituciones aquí se entienden como instrumentos distribucionales que asignan recursos de forma desigual y que, de esta forma, ayudan a constituir actores colectivos asimétricos. Esta orientación pone las consideraciones de poder en el centro de la discusión, enfatizando el conflicto distribucional entre actores agregados como una fuerza motor de la historia" (Mahoney, 2010, 15).

En el caso de la España colonizadora se distinguen dos períodos fundamentales marcados por la monarquía en el poder: los Habsburgo, durante los primeros doscientos años de la colonia, y los Borbón, durante el último siglo de dominio Español. La monarquía de los Habsburgo, aparte de tener una visión mercantilista del sistema económico de acuerdo a la cual se imponían restricciones drásticas al comercio, favorecía las relaciones jerárquicas al interior de la sociedad y asignaba un rol preponderante a la Iglesia Católica, con las consabidas consecuencias en términos de propiedad de la tierra y respeto por la autoridad. Por su parte, desde inicios del siglo XVIII el primer monarca Borbón, Felipe V, inicia reformas que le dan un aire más liberal al imperio a través de la liberalización del comercio, la reducción de beneficios para la Iglesia, el desplazamiento del centro económico de la colonia de Cádiz a Barcelona donde la actividad comercial era mucho mayor y otras reformas similares orientadas a impulsar la ciencia, la literatura, el arte, etc.

En el primer período de la colonia (1492-1700) las condiciones pre-coloniales determinan por qué unos territorios son importantes centros de la colonia, mientras otros se ven relegados a la periferia y otros más ocupan una posición intermedia entre los dos extremos. Es así como regiones densamente pobladas y con instituciones complejas como México, Perú y Bolivia se constituyen en centros coloniales, lo que va en contra de la teoría que explica la ubicación en estos sitios como resultado exclusivo de sus riquezas minerales. De acuerdo al modelo mercantilista dominante durante el período Habsburgo, las regiones con estas características facilitaban la explotación de la mano de obra: a las poblaciones colonizadas, al estar acostumbradas a funcionar bajo un esquema jerárquico, les era más natural someterse a la explotación bajo otro jefe, que a las poblaciones donde tales jerarquías no existían. Es así como las muertes de Moctezuma y Atahualpa degeneran de forma rápida en la caída de los imperios Azteca e Inca, respectivamente, y sus poblaciones se convierten en mano de obra para la extracción de minerales. De acuerdo a Mahoney, la complejidad institucional pre-colonial y no las riquezas minerales, es el factor determinante para la ubicación de los centros coloniales. Al final del período Habsburgo y como resultado de la actividad colonial, estos centros se caracterizan por la presencia de élites cuyo poder provenía de monopolios comerciales, en general ligados a la tenencia de tierra, la explotación mineral y el control de poblaciones que trabajan bajo su mando.

Esta situación contrasta con la de Uruguay, Argentina y Chile, predominantemente habitados por cazadores y recolectores, y sin importantes asentamientos de población. Dada su baja complejidad institucional, estos territorios no ofrecían muchas posibilidades para el rápido enriquecimiento de los conquistadores vía extracción de minerales o recaudación de impuestos, por lo cual hicieron parte de la periferia colonial. Al final del período Habsburgo no se había introducido cambios substanciales en estas tierras y, en el mejor de los casos, pasaban a ser subsidiarias de lugares más importantes para el Imperio, como es el caso de Buenos Aires respecto a Potosí. Otros lugares que se constituyeron como periferias coloniales son los que corresponden hoy a Paraguay, Venezuela, El Salvador, Honduras, Chile y Costa Rica. En cada uno de ellos la debilidad de sus instituciones, la escasez de población indígena, su dispersión o, frecuentemente, sus muertes abundantes, redujeron el incentivo de los Españoles de establecerse masivamente en ellos y, así, establecer sus instituciones mercantilistas.

En una situación intermedia –la semi-periferia- se encuentran Guatemala, cuya posición estratégica en términos de su cercanía a México le sirvió para recibir una audiencia; Colombia, gracias a sus recursos minerales y su medianamente organizada población indígena; y Ecuador cuyo fuerte sector manufacturero atrajo a los Españoles. En estos casos se evidencia la aparición de una élite comerciante, con características similares a las de los centros coloniales.

Con la llegada del siglo XVIII se inicia la segunda etapa de la colonia bajo la monarquía de los Borbón. Dada su orientación hacia la estimulación del comercio exterior, la nueva monarquía se centra en regiones que tuvieran como condiciones necesarias: a) Una población indígena dispersa y un puerto comercial estratégico o, b) Un alto nivel de colonización y una nueva riqueza mineral significativa. Es así como cambia la importancia relativa de la mayoría de los territorios coloniales de acuerdo al legado de más de doscientos años de control Habsburgo y lo que estos ahora representan frente a los intereses del nuevo control Borbón.

De esta forma, los territorios que hoy pertenecen a Argentina, Uruguay y Venezuela abandonan su condición periférica y entran a jugar un papel más importante durante esta segunda etapa de la colonia -Argentina como centro colonial, mientras Uruguay y Venezuela ahora como semi-periferias. Cabe señalar que las élites creadas durante este período no estaban directamente asociadas a la tierra y, al mismo tiempo, el poder de los terratenientes no se basaba en la coerción tal como ocurría durante el período de control Habsburgo. Otro aspecto importante para estos nuevos centros coloniales es la homogeneidad étnica que aparece al interior de la población como resultado de la importante reducción de las comunidades indígenas y el proceso de mestizaje llevado a cabo entre los diferentes grupos raciales. Esta homogeneidad genera en el imaginario colectivo la idea de unidad y vincula a los diferentes grupos en un proyecto nacional en el que las diferencias étnicas o no existen o sólo alcanzan una importancia limitada. Como muestran Alesina y Glaeser (2006) esto también favorece las actitudes hacia el estado de bienestar y, por consiguiente, el papel del estado en la economía.

En términos de la importancia colonial durante el período Borbón, aparecen en un segundo grupo México, Colombia y Perú, que no abandonan su legado mercantilista pero que continúan jugando un papel importante para el imperio (mayor en México que en los otros casos). Se consolidan sociedades estratificadas y, en el caso del Perú, divididas étnicamente. Las élites continuaban ligadas a la tenencia de la tierra, eran protegidas con la concesión de monopolios en el comercio y no se interesaban por desarrollar una industria productiva.

Los casos de Bolivia, Ecuador y Guatemala representan aquellos territorios que jugaron un papel de centro o semi-periferia durante el período Habsburgo y pierden importancia durante el período Borbón, cayendo a la periferia colonial. En Bolivia una vez cae la producción de plata en Potosí, el modelo económico se transforma en uno de subsistencia, la población se fragmenta étnicamente y se obstruyen las pocas posibilidades de desarrollo existentes; algo similar ocurre en Guatemala. Ecuador, por su parte, sufre una depresión general en su actividad económica que sólo exceptúa al surgimiento de Guayaquil gracias al desarrollo de su puerto.

El resto de la región – Chile, Paraguay, Costa Rica, Nicaragua, El Salvador y Honduras-  mantiene la posición periférica que había tenido en el período anterior. Es decir, si bien estos territorios no se ven afectados por las instituciones mercantilistas que caracterizaban a los Habsburgo, tampoco se ven beneficiadas por las reformas liberales impulsadas por los Borbón. La actividad económica en estos territorios era bastante limitada luego de más de trescientos años de colonialismo español, y a pesar de algunas diferencias en términos de tamaño de la población o composición étnica, en ese momento era prácticamente imposible prever las grandes diferencias económicas y sociales que aparecieron posteriormente entre los países de este grupo. Por consiguiente, es necesario estudiar el período post-colonial para entender estas diferencias.

Una vez alcanzada la independencia, Nicaragua, El Salvador y Honduras, sumidos en sus disputas internas por el control de la República Federal de Centro América, encuentran serias dificultades para implementar reformas liberales que incentiven el crecimiento económico. Por el contrario, Costa Rica, que también es parte de esta República, gracias a estar en su periferia, no encuentra mayores obstáculos para la implementación de estas políticas, y desde el inicio de su vida independiente cuenta con un ambiente político favorable para llevar a cabo políticas orientadas al desarrollo. Al mismo tiempo, su escasa población indígena le garantizaba evitar convertirse en una economía de plantaciones extensas, como sería el caso de sus vecinos centroamericanos.

Al sur del continente las disputas internacionales también marcarían las diferencias entre aquellos países que no recibieron una importante influencia colonial durante los períodos Habsburgo y Borbón: Paraguay y Chile. En el caso del primero, su costosa guerra contra la Triple Alianza –Argentina, Brasil y Uruguay- (1864-1870), en la que su economía se vio totalmente devastada y los estimados de la pérdida de población masculina oscilan entre el 50% y el 90% del total, significaron un importante rezago frente a sus vecinos. Por su parte las dos victorias de Chile, primero frente a la Confederación Perú-Boliviana (1836-1839) y más adelante en la Guerra del Pacífico (1879-1883), le dieron el impulso económico y moral que buscaba una sociedad creciente. Rápidamente llevó a cabo reformas liberales, desarrolló el puerto de Valparaiso y se convirtió en una sociedad orientada hacia el comercio. Sus logros en términos de desarrollo social, sin embargo, se vieron limitados a causa de sus estructuras sociales en cuanto a la posición favorable de los terratenientes.

Comentarios Metodológicos
El análisis de la interacción entre condiciones pre-coloniales, intensidad de la colonia durante el período Habsburgo e intensidad durante el período Borbón, le permiten a Mahoney construir una teoría sólida que relaciona el pasado colonial de los países de la América Española con sus niveles de desarrollo de largo plazo. En los casos donde el período colonial no genera una importante influencia en materia de instituciones sociales y económicas, los resultados serán contingentes a guerras y otros eventos en los años tempranos de la vida independiente de estas sociedades.

Metodológicamente el autor vuelve sobre técnicas que había trabajado de forma más detallada en sus obras anteriores. El concepto de fondo es el de Proceso Dependiente de la Trayectoria según el cual una vez un proceso histórico alcanza cierto curso, es prácticamente imposible que tome otra trayectoria y se aproxime a un estado diferente; en otras palabras, la historia importa (Arthur, 1994). Uno de los aspectos interesantes de esta aproximación es que las condiciones tempranas de los procesos estudiados marcan el desenvolvimiento que estos tendrán en el largo plazo, y tales condiciones iniciales pueden ser generadas por factores tan variados como una decisión acertada, un error de apreciación o, de forma quizá más interesante, el azar. Llama la atención, entonces, analizar esas coyunturas críticas que determinan la forma como se generan trayectorias diferentes: en el caso analizado en el libro de Mahoney, la forma como los diferentes tipos de colonización determinan trayectorias de desarrollo económico y social totalmente diferentes para cada país de la región.

Por otro lado, usar las técnicas del Análisis Histórico Comparativo ofrece notables ventajas en términos de la importancia de los detalles que diferencian a un país de otro, las diferentes coyunturas en las que, por ejemplo, ciertas políticas son importantes en una región pero no en otra, las variaciones en el tipo de instituciones establecidas en diferentes momentos y en diferentes lugares, así como la relación secuencial entre la suma de todos estos aspectos y los resultados que cada país alcanza en términos de desarrollo.

Contrasta este enfoque con el de trabajos como el de Acemoglu, Johnson y Robinson, que no permiten conocer las verdaderas instituciones coloniales que determinan el desarrollo de largo plazo, algo que, cómo mencioné al inicio, representa uno de los problemas fundamentales al tratar de entender los mecanismos por los cuales la historia incide en el desarrollo de las sociedades. Este enfoque metodológico presenta serias limitaciones; como lo menciona Mahoney, al tratar a cada país como una unidad homogénea en un análisis de regresión econométrica se pasa por encima de todos estos detalles. En este tipo de trabajos
"sus generalizaciones se esconden reportando los resultados en el formato de artículo que sólo aborda la historiografía de forma superficial. "Sus referencias a la historia son amplias y carecen de detalles acerca de los 'hechos históricos'; sus interpretaciones incluyen pocos datos históricos, análisis secuencial o estudios contextuales detallados" Como resultado "toman como dada la existencia de una realidad que, en muchos casos ha sido retada por estudios históricos." Claramente, sin embargo, para explicar resultados de desarrollo, toda teoría histórico-institucional que merezca ese nombre, debe ser compatible con los registros empíricos de países individuales, cuando se analizan con algo de detalle" (Mahoney, 2010, 19, citas de Alonso, 2007).

Claramente el trabajo de Mahoney en este texto ofrece una explicación mucho más profunda acerca de los factores históricos importantes para el desarrollo económico y social de largo plazo, así como los mecanismos por los cuales estos se transmiten.


Conclusiones
Lejos de caer en vagas generalidades sobre los hechos históricos y una repetición de la historia colonial de la América Española, este trabajo ofrece una teoría falseable acerca del papel de la colonia en el desarrollo de largo plazo. Su validez externa es puesta a prueba al analizar diferentes colonias inglesas así como diferentes regiones de Brasil bajo el dominio portugués, lo cual deja al lector con la satisfacción de no estar simplemente frente a un recuento de los hechos que sólo se ajusta a los casos estudiados a profundidad, sino frente a una teoría aplicable en diferentes contextos.

Por su detallado manejo de la historiografía, sus técnicas analíticas y su contribución al entendimiento del papel de la historia en el desarrollo de los pueblos, "Colonialismo y Desarrollo Post-Colonial. La América Española en Perspectiva Comparada" de James Mahoney, es, sin duda, una referencia obligada para los estudiosos de las ciencias sociales. Igualmente establece un estándar bastante alto en el estudio de la relación entre colonialismo y desarrollo post-colonial que supera ampliamente los estudios recientes sobre estos temas.

Nota: Como en ocasiones anteriores, en este momento preparo una reseña completa de este libro que espero publicar más adelante. El texto anterior puede tomarse como una "versión preliminar" de tal reseña.¡Ya les estaré contando!

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