Monday, June 27, 2011

El Papel de las Campañas en las Elecciones Presidenciales de México en 2006

Foto: Andrés Manuel López Obrador, Felipe Calderón.    
Fuente: MexicoDecide.com
En el número más reciente del American Journal of Political Science, Kenneth Greene investiga el efecto de las campañas políticas en términos de persuasión del electorado, centrando su análisis en el caso de la cerrada elección de 2006 que le dio la presidencia a Felipe Calderón sobre Andrés Manuel López Obrador. El argumento que motiva este estudio es que mientras en sociedades cuyas democracias están bien establecidas la decisión de buena parte del electorado es hasta cierto punto predecible, las elecciones en las "nuevas democracias" resultan ser mucho más volátiles. En estos casos, donde es normal que algunos candidatos pasen de tener algunos pocos puntos porcentuales en intención de voto a conquistar la mayoría del electorado, se abre un espacio importante para las campañas; allí, aspectos como la "identidad" –de clase, étnica, etc.-, típicamente considerados como importantes predictores del comportamiento electoral, pasan a un segundo plano detrás de los temas de la contienda.

El autor recurre a un escenario de información desequilibrada donde cada elector valora las características de los candidatos antes de hacer su elección. En esta valoración juegan un papel determinante la resistencia inercial - por ejemplo el escepticismo hacia información nueva-, así como el sesgo hacia alguno de los partidos políticos. De esta forma, si hay mayor información disponible sobre un candidato los electores tenderán a apoyarlo en la medida en que el grado de identificación partidista y la información de relevancia política antes de la campaña sean bajos. Esto, argumenta Greene, es más frecuente en las nuevas democracias a causa de los diferentes estilos de campaña de los candidatos, el grado de organización de los partidos, y los recursos con los que cuentan. Sobre este escenario teórico inicial, el autor propone dos hipótesis: 1) un efecto de persuasión grande sobre los votantes expuestos a un ambiente de información desequilibrada incluso cuando profesan unos lazos partidistas débiles o moderados, y 2) resistencia a las campañas de persuasión sólo para aquella minoría de partidarios fuertes.

El estudio presenta evidencia acerca de la volatilidad en la intención de voto en los meses anteriores a la última elección presidencial mexicana: alrededor del 37% de la población cambió su intención de voto al menos una vez entre octubre de 2005 y julio de 2006, algo que supera ampliamente lo que ocurre en democracias bien establecidas. Adicionalmente, el artículo presenta un modelo econométrico que muestra un importante efecto de las campañas en la elección de los candidatos a través de cambios en variables como la evaluación de políticos importantes y partidos políticos, así como en las posiciones del electorado frente a temas económicos. Es decir, se encuentra evidencia de que, a diferencia de lo que ocurre en democracias más desarrolladas, en este caso las campañas afectan la decisión de un amplio sector de la población.

Más aún, el autor encuentra que un 23.9% de los electores presentó algún tipo de conversión en su elección, cambiando de su candidato "natural" –el que elegiría en ausencia de campañas- hacia algún otro; tal vez lo más importante de esto es que de estos electores que experimentaron algún tipo de conversión, un 69.1% lo hicieron hacia Felipe Caderón mientras que sólo un 21.8% lo hiciera hacia López Obrador. Es decir, la "conversión" jugó un papel importante en la victoria de Calderón. Seguido a esto, el autor muestra el efecto de las campañas a través de su impacto en la evaluación de los candidatos. Encuentra que los electores presentan una baja inercia –la evaluación hecha meses antes tiene un papel limitado-, mientras el sesgo partidista y la intensidad con la que los electores se identifican con su partido, juegan un papel mucho más notorio.

Greene concluye señalando la importancia de las campañas en democracias relativamente jóvenes, y destaca el papel que estas pueden tener en un eventual proceso de rendimiento de cuentas por parte de los políticos. Igualmente, destaca la importancia de desarrollar canales de comunicación con votantes indecisos y la importancia de regular el financiamiento de campañas políticas; esto con el fin de nivelar el terreno para contendores con diferencias importantes en sus recursos y, así, evitar que las elecciones terminen girando únicamente en torno a la imagen de los candidatos y más bien se concentren en temas substanciales.

Algo preocupante frente a los resultados de este estudio es el bajo nivel de institucionalización de los partidos políticos de la región, el reducido grado de identificación partidista por parte del electorado y las borrosas líneas que separan ideológicamente a los partidos –en los pocos casos donde todavía existen. Estas condiciones crean indecisión en amplios sectores de la población y, como menciona Greene, tienden a favorecer escenarios donde la personalidad de los candidatos, más que sus propuestas de fondo, juegan un papel trascendental en la determinación de los resultados. Un claro ejemplo de esto se encuentra en las recientes elecciones presidenciales en Perú, donde a pesar de las evidentes diferencias ideológicas entre Keiko Fujimori y Ollanta Humala, la contienda se centró más en ataques personales y descalificaciones mutuas que en un amplio debate acerca de las ideas y programas de los candidatos. ¿Qué se puede esperar de escenarios donde las diferencias ideológicas entre los candidatos no son tan marcadas?

Ahora, ¿qué tipo de rendimiento de cuentas puede haber en un sistema político donde la decisión de apoyar a uno u otro candidato reside en su personalidad y no en propuestas de fondo? El escenario es bastante indeseable y difícilmente será cambiado por parte de los políticos quienes, en últimas, obtienen beneficios importantes de estos contextos de baja institucionalización política. La ciudadanía, en cambio, tiene en sus manos el derecho a decidir si toma sus decisiones basada en programas de gobierno o en temas relacionados con la personalidad de los líderes.
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Referencias

Greene, K. (2011) Campaign Persuasion and Nascent Partisanship in Mexico's New Democracy. American Journal of Political Science, Vol.55, Issue 2. pp 398-416.

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