Este miércoles, y tras cerca de dieciocho meses de discusión, el parlamento autónomo Catalán decidió la prohibición del toreo a partir de 2012. Si bien para muchos el debate trascendió el tema específico que se trataba, y adoptó principalmente un tinte nacionalista acerca de la identidad del pueblo Catalán frente a España, el resultado ha sido gratamente recibido por defensores de derechos de los animales en todo el mundo. Al mismo tiempo, esta votación genera amplias expectativas acerca de lo que pueda pasar en un futuro cercano, no sólo en otros países y regiones donde el toreo es una práctica común, sino también en aquellos donde persisten otras similares como las peleas de perros o gallos.
El problema identitario fue evidente en la votación final, donde los nacionalistas catalanes se inclinaron mayoritariamente por el sí a la prohibición, mientras los socialistas y aquellos que antes se han opuesto a la autonomía de Cataluña se inclinaron por el no. De hecho, el Partido Popular -que se ha opuesto a algunos intentos encaminados a la redefinición de la autonomía Catalana- hizo el anuncio de llevar el caso ante el Tribunal Constitucional así como ante el Congreso de Diputados Español; el objetivo ahora es que el toreo se considere una práctica que es parte de la tradición española y no pueda ser prohibido en regiones autónomas. Parte del argumento acerca del cual los motivos de la prohibición son políticos antes que de cualquier otra índole, es el hecho de que nada se haya dicho aún acerca de prácticas como el correbous, en la que el animal es cercado, se le enciende fuego en sus cuernos y es maltratado con palos por parte de los asistentes al evento. No obstante la decisión acerca de la prohibición de las corridas, esta práctica seguirá siendo llevada a cabo en la región.
A pesar del carácter político de este debate, durante los últimos meses la discusión dentro y fuera de Cataluña ha girado en torno a una amplia variedad de temas. Así, aparecen quienes se oponen a la prohibición en aras de la tradición, su "carácter artístico", su capacidad de convocatoria, o razones de índole económica (Ver aquí). No resulta demasiado difícil desvirtuar cada uno de estos argumentos y, por el contrario, resulta más bien evidente que ninguna de estas razones justifica el maltrato animal y el triste espectáculo en que se convierte una corrida de toros en los tiempos en que vivimos.
Sin embargo, un argumento que resulta un poco más difícil de controvertir por parte de aquellos que se oponen al toreo pero son de pensamiento liberal, es la injerencia del Estado en la vida de los ciudadanos. En este respecto, han abundado comparaciones con la prohibición del consumo de drogas e incluso la violación de las libertades sexuales. En mi opinión esta comparación no es justa. Temas como el consumo de drogas -en tanto su efecto no genere acciones en contra de la comunidad- o las preferencias sexuales individuales -entre adultos que consienten en ellas- son autonomía de los individuos y sólo tienen repercusiones sobre ellos mismos, luego no es labor del Estado entrar a decidir e imponer sobre estos. Algo bastante diferente ocurre con el toreo, las peleas de gallos, perros, zoofilia o cualquier otro ejemplo de barbarie respaldado por la tradición (...como si la historia y las tradiciones no estuvieran llenas de errores,...). En estos casos hablamos de seres humanos decidiendo por sí mismos acerca de cómo, cuándo y cuánto maltratar -no a sí mismos- sino a un animal.
Comparto la opinión de aquellos que dicen que habría sido mucho más deseable que el toreo desapareciera por falta de público que asistiera al evento. ¡Qué mejor escenario que ese! Pero no nos digamos mentiras, una de las características de muchos procesos históricos es que tienden a perpetuar prácticas indeseables, ineficientes o injustas. En múltiples casos, en escenarios sin intervención, lo deseable no va de la mano con lo observado; como es bien conocido en las ciencias sociales, no siempre hay una mano invisible llevando la sociedad hacia resultados óptimos. Más aún, estos procesos generan situaciones de las que sólo es posible escapar por medio de una acción firme y decidida de la ciudadanía, en la cual el Estado permite resolver los ubicuos problemas de acción colectiva que dificultan su ejecución.
Los cambios alcanzados en materia de esclavitud, extensas jornadas laborales, y la complacencia con el trabajo infantil, por dar solo algunos ejemplos, no se han alcanzado simplemente esperando a que cada persona se conscientise de su inconveniencia y opte por abandonarlos, sino por medio de decisiones estatales basadas en el concurso democrático.
El peso de las ideas en este debate ha sido de gran importancia y, así, al igual que aquellas posiciones en contra del toreo, las que lo defienden han contado con el apoyo de prestigiosos intelectuales. En un artículo reciente, Mario Vargas Llosa se oponía a la prohibición del toreo ya que si bien esta es una práctica cruel, hay muchas otras prácticas crueles hacia los animales; posición, por demás, bastante mediocre, conservadora y desesperanzadora. Es algo así como invitar a matar ya que hay muchos asesinatos o tolerar la violación sexual hacia las mujeres ya que estas son oprimidas de múltiples formas. Adicionalmente, según el, "el toro de lidia, probablemente,... es hasta el momento de entrar a la plaza, el animal más cuidado y mejor tratado de la creación". Como si ese trato no fuera una simple preparación para el grotesco espectáculo con el que se celebra su muerte,...
De forma similar, Victor Gómez Pin y Francis Wolff se oponen a la prohibición del toreo y cuestionan una sociedad en la que "los hombres inventan al animal cuando dejan de creer en Dios". Ya viene siendo hora de que el ser humano reconozca que su aparición en el planeta tierra fue tan probable como la de millones de otras especies; que no es el centro del universo -como muchas religiones le han hecho creer-, y que el hecho de haber desarrollado la razón no lo ubica en una situación de privilegio para destruir el resto del planeta ni, mucho menos, entretenerse con el sufrimiento de otras criaturas.
Más allá de los intereses políticos tras la decisión del parlamento Catalán, las indemnizaciones pendientes a los empresarios del toreo, y las próximas rondas que requiere esta decisión para su final implementación, ojalá se empiece a dar el debate en torno al tema en otros lugares donde estas prácticas continúan. Ya que en los países del sur acostumbramos copiar todo lo malo de las sociedades desarrolladas, ojalá también empecemos a copiar este tipo de nobles iniciativas.
Qué interesante el marco político en el que se desarrolla la batalla por la prohibición del toreo. Definitivamente cada quien trata de jalar agua para su molino aun en las mínimas cosas y sin necesidad de que realmente haya un interés en el tema. Pero bueno, qué se hace, no todo puede ser "grassroots".
ReplyDeleteYendo al tema en sí, me parece muy bacán que una ciudad española, a pesar de lo separatista que sea, tome medidas en contra de las corridas de toros. Sienta un buen ejemplo para el resto de ciudades, quienes a medida que pase el tiempo, tendrán mas influencias progresistas. Lo siento por Vargas Llosa, quien me parece un intelectual muy admirable, pero por más admiración que se le pueda tener a la cultura española, el toreo es de aquellas tradiciones que necesitan ir desapareciendo. No creo que con eso se borre la "españolidad" pues creo que esta (así como muchas otras expresiones de nacionalidad) radiquen solamente en una costumbre.
Yendo al comentario de Gomez Pin y Wolfe, yo pienso que al contrario, el hombre descubre al animal cuando es capaz de ver con amor (amor del tipo "amense a otros como yo los he amado", se entiende) no solo al vecino, sino al otro ser viviente. Y es algo que muchas religiones orientales y paganas tienen y que quizás ha jugado en contra de su difusión, mientras que el "humanismo" (donde el hombre está por encima de todo, estando tan solo por debajo de Dios) de las religiones abrahamicas han sido siempre tan atractivas. Y lo siguen siendo. De ahí el rechazar que tenemos un parentesco con los primates y preferir ser barro soplado. Qué tal mentalidad.
De acuerdo contigo, Diego. Personalmente admiro muchísimo a Vargas Llosa y por lo mismo me afecta cada vez que leo sus posiciones con respecto a los toros: bellamente escritas, pero llenas de aspectos que rechazo de forma vehemente.
ReplyDeleteAhora, respecto a tu comentario acerca del papel de las religiones, me ha parecido un error poner al hombre en el centro de "la creación". Eso justifica múltiples actitudes crueles contra el resto del planeta y nos impide empezar a entender el verdadero lugar del hombre en la tierra. Desde luego es más cómodo pensar así, pero nadie dijo que lo más cómodo es lo más cierto.
Gracias por tu comentario!
Ok, me sumaré a la iniciativa en Colombia pero NO BAJO EL ARGUMENTO DEL RESPETO A LA VIDA ANIMAL, porque automáticamente todos los adheridos deberíamos pasarnos a vegetarianos (cosa que algún día tendré que hacer). El argumento válido sería el de sencillamente no legitimar rituales culturales en los que se celebre la muerte de ningún ser vivo.
ReplyDelete(La coherencia es un fin teleológico en mi vida!!)