Foto: Protestas en Bolivia. Fuente: hacer.org |
En mi entrada anterior comentaba un artículo acerca del nuevo papel de la derecha en Latinoamérica y algunas áreas importantes donde enmarcar su estudio. Las victorias de candidatos de derecha en las elecciones presidenciales de Chile, Honduras y Panamá -sumadas a los casos de Colombia, Perú y México- parecieran detener el "giro a la izquierda" que venía dando la región en los últimos años. Sin embargo, el papel de la derecha está lejos de ser circunscrito a gobiernos nacionales y, por el contrario, a nivel local ha mostrado una importante dinámica que vale la pena estudiar.
En el número más reciente del Comparative Politics, Ken Eaton presenta un estudio sobre grupos sub-nacionales de derecha con influencia política importante: los Movimientos Autonomistas Conservadores en Santa Cruz (Bolivia) y Guayas (Ecuador). En ambos casos, las demandas de autonomía por parte de estos grupos buscan defender modelos de libre mercado y autonomía fiscal; sus líderes argumentan que bajo las políticas de los gobiernos de Evo Morales y Rafael Correa, respectivamente, los beneficios económicos que obtienen estas regiones se han visto amenazados. Las quejas de estos movimientos tienen como punto de origen común las políticas redistributivas que han llevado a cabo los dos gobiernos nacionales en los últimos años. Siendo Santa Cruz y Guayas las regiones más productivas de sus países, las demandas de estos grupos buscan garantizar el acceso de ellas a un mayor porcentaje de sus recursos fiscales. No obstante, según el autor del estudio, el trasfondo de estas demandas es el interés de llevar a cabo modelos de desarrollo diferentes a los que se aplican a nivel nacional.
Eaton desarrolla la hipótesis según la cual la separación geográfica de los poderes político y económico es una condición necesaria para el ascenso de Movimientos Autonomistas Conservadores: la concentración del poder político en La Paz y Quito, y el poder económico en Santa Cruz y Guayas, respectivamente, es un patrón que no se encuentra en ningún otro país de la región. Esto, combinado con la presencia de gobiernos nacionales que buscan subvertir el statu quo, ha generado una crisis de representación que se ha traducido en la presencia y ascenso de estos movimientos. Ahora, en términos de su importancia comparativa –mayor en Bolivia que en Ecuador- el autor explica que es resultado del mayor reto que ofrece la constitución de un partido indígena poderoso en Bolivia (Movimiento al Socialismo), la mayor importancia de sus clivajes étnicos, y la reversión de reformas de mercado que se han efectuado bajo el gobierno de Evo Morales.
El carácter reaccionario de estos movimientos ha sido una espada de doble filo; por un lado, su defensa de los intereses de las clases más altas le ha permitido obtener el apoyo de partidos conservadores (PODEMOS en Bolivia y el Partido Social Cristiano en Ecuador), asociaciones de empresarios, asociaciones civiles lideradas por la élite y gobiernos sub-nacionales. Sin embargo, esto mismo ha significado un obstáculo importante en términos de movilización de las masas, ya que un amplio sector de la población percibe estos movimientos como de carácter elitista. Así, los esfuerzos más importantes de los líderes de estos movimientos autonomistas han estado encaminados a enmarcar sus demandas en torno a la identidad territorial y no en términos de clase o etnia. La respuesta oficial no se ha hecho esperar, con Evo Morales condenado estas iniciativas como el trabajo de "oligarcas" que buscan defender la concentración en la propiedad de la tierra, y con Rafael Correa que, siendo de Guayaquil, le resta legitimidad a un movimiento que lucha por los intereses de la región.
Hay varios aspectos a los que vale la pena hacer seguimiento a partir de las demandas de estos Movimientos Autonomistas Conservadores. Por un lado, el costo en términos de estabilidad en dos países particularmente convulsionados políticamente; dentro de estos movimientos hay sectores altamente confrontativos que amenazan con escaladas de violencia e incluso intentos separatistas. Por otro lado, el éxito o fracaso de estos movimientos tendrá importantes repercusiones en materia de redistribución, tema trascendental en una región caracterizada por sus altos niveles de desigualdad económica. También hacen parte de este debate temas como el papel del Estado así como conceptos de solidaridad y nacionalidad.
Finalmente, aparece la discusión en torno a la identidad, un tema que he discutido en entradas previas de este blog y sobre el que pienso volver más adelante. En los casos de Santa Cruz y Guayas las élites han moldeado su discurso de tal forma que lo que originalmente constituye intereses de clase aparezca ante el público como intereses territoriales. Una de las preguntas que surge al respecto es en qué medida los sectores menos favorecidos se ven beneficiados –económicamente o de otra forma- tras una movilización de carácter territorial. En el caso de República Dominicana que discutía hace unas semanas, la identidad en términos de nacionalidad o etnia ha sido un obstáculo para la formación de partidos de izquierda que demanden transformaciones importantes del sistema económico. Por su parte en Bolivia, Colombia, Ecuador y Venezuela, esta identidad ha permitido la formación y ascenso de partidos políticos que materialicen algunas de las demandas de sus integrantes –en diferente medida en cada caso, desde luego.
Si bien en cada momento y lugar las prioridades de la población son diferentes y, por consiguiente, esta responde a identidades diferentes, es importante determinar el formato en el que se enmarcan los proyectos políticos para entender quiénes serán los beneficiados de un determinado curso de acción. Temas como la inmigración, protestas sociales, guerras civiles y contra países vecinos, entre otros, dependen crucialmente de estos marcos conceptuales y condicionan la participación en ellos por parte del grueso de la población. Los sectores de derecha en Santa Cruz y Guayas han hecho un trabajo importante en movilizar a la población en torno a intereses regionales; queda por ver, como decía antes, en qué medida esto podría traducirse en beneficios para la población que se ha movilizado y las repercusiones que esto tiene para nuestro entendimiento de conceptos como la nacionalidad.
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Referencias:
Eaton, Ken (2011) Conservative Autonomy Movements: Territorial Dimensions of Ideological Conflict in Bolivia and Ecuador. Comparative Politics, Vol. 4 No. 3, April.