-Oscar Guardiola-Rivera - |
En una entrevista que le hice en días pasados a una importante política colombiana, me señalaba como uno de nuestros problemas principales la escasez de intérpretes de nuestra realidad: librepensadores que sean capaces de ir más allá de la coyuntura y dar miradas profundas sobre el pasado y presente, de tal forma que nos ayuden a entender los retos que nos plantea el futuro y, así, estar preparados para asumirlos con altura. Recordé, entonces, cómo William Ospina –sin duda uno de estos intérpretes- muestra que los grandes movimientos que han caracterizado a la América Mestiza -como el la llama- no han surgido de forma independiente en cada uno de nuestros países sino que, por el contrario, son parte de una visión del mundo que integra a los diferentes pueblos del continente americano.
Es así como las guerras de independencia son un huracán que pasa por toda la región a principios del siglo XIX, y que une fuerzas de las hoy diferentes naciones que integran nuestra América; caso similar ocurre desde mediados del siglo XX con el boom de la literatura que muestra un lenguaje común desde la Patagonia hasta el Río Grande; o con los movimientos musicales como el de la Salsa cuando convergen en Nueva York músicos Cubanos, Puertorriqueños, Mexicanos y Panameños.
Así, sería un esfuerzo fallido pensar en un proyecto de sociedad que desconozca nuestros lazos con las demás naciones americanas, que se ufane de un inútil orgullo nacionalista y que busque resaltar diferencias donde hay más similitudes, muchas de las cuales con frecuencia nos resistimos a aceptar. Desafortunadamente, la visión predominante de nuestros gobernantes a lo largo de la historia ha apuntado precisamente a eso: enfatizar divisiones en lugar de resaltar nuestras cercanías, e ignorar proyectos de integración regional que recojan ese espíritu Latinoamericano.
El libro What if Latin America Ruled the World? (algo así como ¿Qué Pasaría si Latinoamérica Gobernara el Mundo?) del filósofo Colombiano Oscar Guardiola-Rivera, está precisamente encaminado a dar una visión contemporánea de nuestra América a partir de su historia y el papel que actualmente juega la región a nivel mundial con el fin de tener una mejor comprensión de los retos que ofrece el futuro. El principal reto surge tras un simple análisis de tendencias: con el ritmo de crecimiento poblacional actual en el año 2040 el próximo país de América Latina será Estados Unidos. Es decir, dadas las tasas de inmigración, las tasas de fertilidad de los inmigrantes latinos en la potencia del norte y las tasas de fertilidad de los norteamericanos no-hispánicos, en 2040 la mayoría de la población estadounidense será de descendencia Latinoamericana. Esto, desde luego, implica cambios fundamentales en el manejo de las relaciones internacionales de Estados Unidos con el resto del continente pero, de forma más importante, implica una dinámica totalmente diferente en cuanto a la forma como los latinoamericanos vemos el mundo y nos relacionamos con él, así como lo que tenemos que ofrecer en ese escenario político, ya no en materia de recursos naturales como ha sido la tradición, sino en las relaciones entre humanos, y entre humanos con el planeta.
Para Guardiola-Rivera las claves para asumir el papel protagónico de Latinoamérica residen en su imaginario colectivo, en sus leyendas, su pasado pre-colonial, su experiencia colonial y su vida independiente. Desafortunadamente, la llegada de la modernidad al continente destruyó muchas de esas visiones y las reemplazó con una visión homogeneizadora del mundo, un discurso con un sentido unidireccional de la historia y con unos estándares en los cuales, por definición, América Latina se ha visto relegada a un papel secundario. Sin embargo, muchas de las visiones originarias empiezan a cobrar valor nuevamente. Por ejemplo, las ideas indígenas de comunidad y de propiedad común, que fueron reemplazadas con las nociones de individualidad y propiedad privada, empiezan a renacer con las tecnologías modernas cuando vemos que lo importante en muchos casos –libros, música, películas- no es su tenencia física sino tener acceso a ellos. Es decir, el desarrollo de las nuevas tecnologías genera una interacción que se acerca más a los sueños de los indígenas que a aquellos de los conquistadores, colonizadores, y conquistadores-globalizadores.
Tal vez lo más interesante de estos sueños es que no son fenómenos aislados de nuestro pasado sino que, para bien o para mal, se han repetido una y otra vez a lo largo de nuestra historia. Un ejemplo de esto es el caso del papel del istmo de Panamá y las islas del Caribe, su carácter simbólico en el imaginario de los europeos que llegan a América, de los norteamericanos, y de nuestros pueblos mismos. Tener el control de esa región permite controlar el flujo de mercancías, oro, personas, armas y drogas. Guardiola-Rivera muestra cómo la visión de William Paterson -fundador del Banco de Inglaterra- al crear un esquema de inversión en el siglo XVII cuyo eje se ubicaría en la cuenca del Caribe, es repetida siglos más tarde con el tráfico de drogas por parte de Pablo Escobar, u otros esquemas de inversión fraudulentos como los de Sir Allen Stanford –dueño del grupo financiero Stanford- o el de David Murcia Guzmán –creador del sistema de pirámides que lleva sus iniciales, DMG. Tal como ocurre en este caso, aunque los sueños acerca de la región y la visión del mundo que tenemos giran de manera constante y adoptan formas diferentes, su esencia prevalece. De ahí la importancia de tener una clara comprensión de lo que es nuestra América para tener en el futuro una mejor interacción entre nosotros mismos así como con el resto del mundo.
Uno de los temas que se destacan en el trabajo de Guardiola-Rivera es el de las diferencias entre Latinoamérica y los Estados Unidos. En particular, la forma como la integración de diferentes grupos étnicos bajo el esquema de una misma nación ha permeado la visión del mundo a los dos lados de la frontera. Más aún, resulta trascendental la forma como estas diferentes concepciones del mundo han marcado diferencias importantes en la vida de ambos pueblos. Tras las guerras de independencia las nuevas naciones se vieron frente al reto de crear una sociedad que integrara a sus diferentes grupos étnicos o que marcara diferencias entre ellos. Estados Unidos, donde la participación de Afro-Americanos e Indígenas en la guerra de independencia fue relativamente reducida, construye una sociedad para los blancos y que excluye a los demás grupos étnicos; Latinoamérica, por su parte, con más siglos de mestizaje y con el trabajo mancomunado de las diferentes etnias en los procesos independentistas, se ve obligada a integrarlos en las nuevas repúblicas independientes. Si bien hay cierto contenido de racismo en muchos de nuestros países Latinoamericanos, este es mucho menor al que caracteriza históricamente a los Estados Unidos. No es de sorprender que los primeros lugares donde se aboliera la esclavitud fueran Haití y Colombia a comienzos del siglo XIX, mientras que décadas más tarde este fenómeno significara para Estados Unidos una sangrienta guerra civil.
Esto, desde luego, tiene un efecto notorio en la visión del mundo; así, mientras la mayoría de los Latinoamericanos se considera parte de la Civilización Occidental –de la cual hereda el idioma, lengua, cultura y muchas de sus tradiciones-, en Estados Unidos aparecen académicos respetados como Samuel Huntington, que pregonan un Choque de Civilizaciones y que ven en Latinoamérica la amenaza más grande para la identidad estadounidense. Esto se traduce en comportamientos que van desde "el racismo de todos los días" hasta medidas de política que levantan muros para impedir la entrada de inmigrantes o la negación de derechos para los hijos de inmigrantes ilegales. Esta visión también ha significado el sentimiento de superioridad frente a las razas que componen a América Latina, y han servido como justificación para la ocupación de Nicaragua en el siglo XIX, la toma de Panamá a comienzos del XX, o el permanente papel intervencionista en asuntos económicos y políticos a lo largo de gran parte de nuestra historia.
Sin embargo, Latinoamérica ha revivido parte de esa visión universalista que la caracteriza y ha desarrollado proyectos económicos como el estructuralismo cuyo trasfondo es un cambio cualitativo en las relaciones internacionales. Estos desarrollos buscan hacer que los países pobres adopten un rol diferente al que han tenido históricamente de tal forma que en un mediano plazo estén en capacidad de competir con sociedades más desarrolladas. Contrasta esto con la ciega aceptación de un modelo económico tipo 'camisa de fuerza' en el que todos los países deben jugar con las mismas condiciones, sin importar que a los más pobres se les impida utilizar las estrategias que los que hoy son ricos usaban cuando no lo eran –léase, negar a los países subdesarrollados de hoy el proteccionismo que las potencias utilizaron en sus tempranas etapas de desarrollo. Muy a nuestro pesar, estas iniciativas fueron canceladas como resultado de regímenes dictatoriales en la segunda mitad del siglo XX que, siguiendo con el espíritu homogeneizador mencionado antes, sólo ven una posibilidad para la idea de nación y un sólo camino en los procesos de desarrollo; uno en el que el papel de Latinoamérica siempre consiste en "tratar de ponerse al día".
What if Latin America Ruled the World es un importante referente en el presente y futuro de Latinoamérica. Es un viaje por nuestra historia, nuestros mitos, nuestros sueños, y un llamado hacia nuestro futuro. Es una invitación a reflexionar sobre nuestra realidad, la forma como nos relacionamos con el mundo, como procesamos la información que nos llega desde el mundo desarrollado y como combinamos el conocimiento ancestral de nuestros antepasados con el mundo cada vez más globalizado al que pertenecemos. Es también una invitación a conocer nuestra historia para no cometer, por ignorancia o ingenuidad, los errores que tanto nos han costado en el pasado. Sin duda alguna este libro ubica a Guardiola-Rivera como uno de esos intérpretes de la realidad que tanto necesitamos.
Adenda
Sobra decir que las interpretaciones de la realidad y las miradas profundas sobre la misma aparecen en diferentes campos: la ciencia, el arte y la música son algunos de ellos. Sobre música, las visiones de algunos escritores sobre este tema, así como trabajos como el que actualmente hacen algunos artistas, espero escribir la próxima semana.
Es así como las guerras de independencia son un huracán que pasa por toda la región a principios del siglo XIX, y que une fuerzas de las hoy diferentes naciones que integran nuestra América; caso similar ocurre desde mediados del siglo XX con el boom de la literatura que muestra un lenguaje común desde la Patagonia hasta el Río Grande; o con los movimientos musicales como el de la Salsa cuando convergen en Nueva York músicos Cubanos, Puertorriqueños, Mexicanos y Panameños.
Así, sería un esfuerzo fallido pensar en un proyecto de sociedad que desconozca nuestros lazos con las demás naciones americanas, que se ufane de un inútil orgullo nacionalista y que busque resaltar diferencias donde hay más similitudes, muchas de las cuales con frecuencia nos resistimos a aceptar. Desafortunadamente, la visión predominante de nuestros gobernantes a lo largo de la historia ha apuntado precisamente a eso: enfatizar divisiones en lugar de resaltar nuestras cercanías, e ignorar proyectos de integración regional que recojan ese espíritu Latinoamericano.
El libro What if Latin America Ruled the World? (algo así como ¿Qué Pasaría si Latinoamérica Gobernara el Mundo?) del filósofo Colombiano Oscar Guardiola-Rivera, está precisamente encaminado a dar una visión contemporánea de nuestra América a partir de su historia y el papel que actualmente juega la región a nivel mundial con el fin de tener una mejor comprensión de los retos que ofrece el futuro. El principal reto surge tras un simple análisis de tendencias: con el ritmo de crecimiento poblacional actual en el año 2040 el próximo país de América Latina será Estados Unidos. Es decir, dadas las tasas de inmigración, las tasas de fertilidad de los inmigrantes latinos en la potencia del norte y las tasas de fertilidad de los norteamericanos no-hispánicos, en 2040 la mayoría de la población estadounidense será de descendencia Latinoamericana. Esto, desde luego, implica cambios fundamentales en el manejo de las relaciones internacionales de Estados Unidos con el resto del continente pero, de forma más importante, implica una dinámica totalmente diferente en cuanto a la forma como los latinoamericanos vemos el mundo y nos relacionamos con él, así como lo que tenemos que ofrecer en ese escenario político, ya no en materia de recursos naturales como ha sido la tradición, sino en las relaciones entre humanos, y entre humanos con el planeta.
Para Guardiola-Rivera las claves para asumir el papel protagónico de Latinoamérica residen en su imaginario colectivo, en sus leyendas, su pasado pre-colonial, su experiencia colonial y su vida independiente. Desafortunadamente, la llegada de la modernidad al continente destruyó muchas de esas visiones y las reemplazó con una visión homogeneizadora del mundo, un discurso con un sentido unidireccional de la historia y con unos estándares en los cuales, por definición, América Latina se ha visto relegada a un papel secundario. Sin embargo, muchas de las visiones originarias empiezan a cobrar valor nuevamente. Por ejemplo, las ideas indígenas de comunidad y de propiedad común, que fueron reemplazadas con las nociones de individualidad y propiedad privada, empiezan a renacer con las tecnologías modernas cuando vemos que lo importante en muchos casos –libros, música, películas- no es su tenencia física sino tener acceso a ellos. Es decir, el desarrollo de las nuevas tecnologías genera una interacción que se acerca más a los sueños de los indígenas que a aquellos de los conquistadores, colonizadores, y conquistadores-globalizadores.
Tal vez lo más interesante de estos sueños es que no son fenómenos aislados de nuestro pasado sino que, para bien o para mal, se han repetido una y otra vez a lo largo de nuestra historia. Un ejemplo de esto es el caso del papel del istmo de Panamá y las islas del Caribe, su carácter simbólico en el imaginario de los europeos que llegan a América, de los norteamericanos, y de nuestros pueblos mismos. Tener el control de esa región permite controlar el flujo de mercancías, oro, personas, armas y drogas. Guardiola-Rivera muestra cómo la visión de William Paterson -fundador del Banco de Inglaterra- al crear un esquema de inversión en el siglo XVII cuyo eje se ubicaría en la cuenca del Caribe, es repetida siglos más tarde con el tráfico de drogas por parte de Pablo Escobar, u otros esquemas de inversión fraudulentos como los de Sir Allen Stanford –dueño del grupo financiero Stanford- o el de David Murcia Guzmán –creador del sistema de pirámides que lleva sus iniciales, DMG. Tal como ocurre en este caso, aunque los sueños acerca de la región y la visión del mundo que tenemos giran de manera constante y adoptan formas diferentes, su esencia prevalece. De ahí la importancia de tener una clara comprensión de lo que es nuestra América para tener en el futuro una mejor interacción entre nosotros mismos así como con el resto del mundo.
Uno de los temas que se destacan en el trabajo de Guardiola-Rivera es el de las diferencias entre Latinoamérica y los Estados Unidos. En particular, la forma como la integración de diferentes grupos étnicos bajo el esquema de una misma nación ha permeado la visión del mundo a los dos lados de la frontera. Más aún, resulta trascendental la forma como estas diferentes concepciones del mundo han marcado diferencias importantes en la vida de ambos pueblos. Tras las guerras de independencia las nuevas naciones se vieron frente al reto de crear una sociedad que integrara a sus diferentes grupos étnicos o que marcara diferencias entre ellos. Estados Unidos, donde la participación de Afro-Americanos e Indígenas en la guerra de independencia fue relativamente reducida, construye una sociedad para los blancos y que excluye a los demás grupos étnicos; Latinoamérica, por su parte, con más siglos de mestizaje y con el trabajo mancomunado de las diferentes etnias en los procesos independentistas, se ve obligada a integrarlos en las nuevas repúblicas independientes. Si bien hay cierto contenido de racismo en muchos de nuestros países Latinoamericanos, este es mucho menor al que caracteriza históricamente a los Estados Unidos. No es de sorprender que los primeros lugares donde se aboliera la esclavitud fueran Haití y Colombia a comienzos del siglo XIX, mientras que décadas más tarde este fenómeno significara para Estados Unidos una sangrienta guerra civil.
Esto, desde luego, tiene un efecto notorio en la visión del mundo; así, mientras la mayoría de los Latinoamericanos se considera parte de la Civilización Occidental –de la cual hereda el idioma, lengua, cultura y muchas de sus tradiciones-, en Estados Unidos aparecen académicos respetados como Samuel Huntington, que pregonan un Choque de Civilizaciones y que ven en Latinoamérica la amenaza más grande para la identidad estadounidense. Esto se traduce en comportamientos que van desde "el racismo de todos los días" hasta medidas de política que levantan muros para impedir la entrada de inmigrantes o la negación de derechos para los hijos de inmigrantes ilegales. Esta visión también ha significado el sentimiento de superioridad frente a las razas que componen a América Latina, y han servido como justificación para la ocupación de Nicaragua en el siglo XIX, la toma de Panamá a comienzos del XX, o el permanente papel intervencionista en asuntos económicos y políticos a lo largo de gran parte de nuestra historia.
Sin embargo, Latinoamérica ha revivido parte de esa visión universalista que la caracteriza y ha desarrollado proyectos económicos como el estructuralismo cuyo trasfondo es un cambio cualitativo en las relaciones internacionales. Estos desarrollos buscan hacer que los países pobres adopten un rol diferente al que han tenido históricamente de tal forma que en un mediano plazo estén en capacidad de competir con sociedades más desarrolladas. Contrasta esto con la ciega aceptación de un modelo económico tipo 'camisa de fuerza' en el que todos los países deben jugar con las mismas condiciones, sin importar que a los más pobres se les impida utilizar las estrategias que los que hoy son ricos usaban cuando no lo eran –léase, negar a los países subdesarrollados de hoy el proteccionismo que las potencias utilizaron en sus tempranas etapas de desarrollo. Muy a nuestro pesar, estas iniciativas fueron canceladas como resultado de regímenes dictatoriales en la segunda mitad del siglo XX que, siguiendo con el espíritu homogeneizador mencionado antes, sólo ven una posibilidad para la idea de nación y un sólo camino en los procesos de desarrollo; uno en el que el papel de Latinoamérica siempre consiste en "tratar de ponerse al día".
What if Latin America Ruled the World es un importante referente en el presente y futuro de Latinoamérica. Es un viaje por nuestra historia, nuestros mitos, nuestros sueños, y un llamado hacia nuestro futuro. Es una invitación a reflexionar sobre nuestra realidad, la forma como nos relacionamos con el mundo, como procesamos la información que nos llega desde el mundo desarrollado y como combinamos el conocimiento ancestral de nuestros antepasados con el mundo cada vez más globalizado al que pertenecemos. Es también una invitación a conocer nuestra historia para no cometer, por ignorancia o ingenuidad, los errores que tanto nos han costado en el pasado. Sin duda alguna este libro ubica a Guardiola-Rivera como uno de esos intérpretes de la realidad que tanto necesitamos.
Adenda
Sobra decir que las interpretaciones de la realidad y las miradas profundas sobre la misma aparecen en diferentes campos: la ciencia, el arte y la música son algunos de ellos. Sobre música, las visiones de algunos escritores sobre este tema, así como trabajos como el que actualmente hacen algunos artistas, espero escribir la próxima semana.
Qué bien, Julian!! una amiga que vive en Londres y que es amiga personal de Guardiola me ha dicho que el libro es maravilloso, pero creo que en Colombia no lo tenemos aún! Cómo puedo hacer para conseguirlo contigo? yo te consigno y tú me lo compras allá...muy abusiva? jejejeje.... lo quiero leer YAAAAA!!!!!
ReplyDeleteno sé que pensar, me deja emocionado el balance sobre el libro, sobre lo que dices que allí dice, pero y si los de acá no tenemos acceso a el, cual es su valor? bueno aunque entiendo y esto puede ser una contradicción, que acá pueda conseguirse no significa que fuera socialmente influyente... "no hay peor ciego que el que no quiere ver" lol
ReplyDeleteCatherine y Alejo:
ReplyDeleteEstoy de acuerdo en que es lamentable que el libro aún no esté en Colombia. Supongo que estarán esperando para hacer el lanzamiento en español una vez esté traducido, y así poder alcanzar un mayor público. Pero esto es sólo una suposición.
Creo que por ahora, por cuestiones de precio y facilidad en la transacción, lo más fácil es comprarlo por Amazon. Estuve revisando precios y por ahí sale más barato que en las librerías normales (al menos en Estados Unidos).
Ahora, que el libro haya salido primero en inglés también creo que tiene su mensaje de fondo acerca de cómo nos debe emepezar a ver el mundo desarrollado desde ya.
Un abrazo,
Julián