Thursday, November 25, 2010

Democracia Representativa y Regla Fiscal en Colombia

Una de las virtudes de la democracia representativa sobre la democracia participativa es que en ella, como su nombre lo indica, el ciudadano hace una elección para que sea otro quien lo represente, lo cual promueve el debate y la deliberación de los representantes en torno a los temas que le preocupan a la sociedad. Es decir, si el grueso de la población participa de una elección, como en un referendo, es de esperarse que las decisiones de buena parte de los ciudadanos sean resultado de un bajo nivel de deliberación y, más bien, respondan a juicios subjetivos, preconcepciones y campañas publicitarias, en vez de ser el producto de un debate concienzudo. En un escenario representativo es de esperarse que un voto a favor o en contra de un proyecto de Ley tenga un sustento real, esté fundamentado en argumentos fuertes y pase por una etapa de deliberación abierta.

El día de hoy, la comisión primera del Senado de la República -a cargo, entre otros, de las reformas a la constitución- aprobó en su tercer debate el proyecto por el cual se busca elevar la sostenibilidad fiscal al nivel de derecho constitucional. Independientemente de los argumentos a favor y en contra de dicha propuesta -sobre lo que hablaré en los próximos días- queda un sinsabor respecto al mecanismo que generó este resultado.

La votación inicial se llevó a cabo ayer con un resultado de nueve votos a favor del proyecto de reforma constitucional y nueve en contra, lo que obligaba a la repetición de la votación en la sesión de hoy. Para molestia de más de uno de los asistentes, justo antes de dar su voto el Senador Juan Carlos Rizzetto del Partido de Integración Nacional (PIN) se levanta de su curul, permanece en el recinto y guarda silencio. Como resultado de esto, la votación queda con nueve votos a favor y ocho en contra, con lo cual el proyecto queda con vida para pasar a los siguientes debates en el Congreso.

Inmediatamente los Senadores Avellaneda del Polo Democrático y Luis Fernando Velasco del Partido Liberal manifestaron su inconformismo respecto al procedimiento de la votación. Su argumento: el reglamento de la institución obliga a todos los Senadores presentes en el recinto a votar ya sea a favor o en contra de las propuestas sometidas a escrutinio; las abstenciones no son válidas. La respuesta del Senador Nestor Iván Moreno del Polo, no podía ser menor al decir que "Rizzetto le vendió su voto al gobierno".

Más allá de si hubo venta del voto o no, es muy lamentable la calidad del mecanismo por el cual se cambia un voto o, se genera una abstención -lo cual en este caso viene siendo lo mismo. Sin explicación alguna, estando presente en el recinto y violando la norma, Rizzetto se abstiene, cambia el resultado y el resto de los Congresistas aprueba la decisión prácticamente como si no hubiera pasado nada raro. Más aún, las voces de protesta de los Senadores en contra del procedimiento son totalmente ignoradas y, en palabras de Velasco, reflejando su molestia: "vamos a decirle al país que pasó lo que no pasó" (es decir, afirmar que Rizzetto estaba ausente en la votación, lo que sí justificaría su abstención).

Volviendo al argumento del inicio, me pregunto acerca de la legitimidad de una democracia representativa donde los mismos mecanismos generados para el proceso de toma de decisiones son violados tajantemente sin despertar un repudio por parte de la totalidad de la institución, y que dejan como única opción mentirle al país. ¿Acaso no son ellos representantes del pueblo para dar un debate serio y abierto acerca de la conveniencia de los proyectos para el país? ¿No es una reforma constitucional un asunto suficientemente importante, como para merecer una explicación clara acerca de la razón de un voto –o una abstención? ¿Es válido aceptar vicios de forma en los mecanismos por medio de los cuales se representa el querer del país?

Ahora, deja mucho que desear un proyecto de reforma a la constitución como el de incluir la sostenibilidad fiscal en ella, que da uno de sus primeros pasos con vicios de forma tan grandes como los vistos en el debate de hoy. Recordemos los enormes problemas generados a partir de este tipo de fallos de procedimiento (Yidis, Teodolindo,…), y el lastre tan lamentable que han dejado para el país. No es de sorprender que sea la Corte  Constitucional quien en muchos casos deba tomar una posición más firme sobre las decisiones que toman quienes están en deber de representarnos.

Saturday, November 20, 2010

"I need an International Conflict: I have major interests to hide"

A few days ago I wrote about the dispute between Costa Rica and Nicaragua, using the argument that countries with low quality of their democracies have a higher risk of going to a conflict than the one that two democratic societies have to fight among themselves. In these days numerous articles on the subject have been written, and it is argued that Ortega has an interest in awakening the nationalism of his people at a time in which he advances political reforms that will allow him to run for the presidency again in 2011 and eventually remain in power (eg 1, 2). After reading the comments of the forum in the Nicaraguan newspapers, it is clear that the strategy has served its role fully. As I will show later, in Colombia this strategy also has applied effectively.

Nicaragua, the poorest country in the region after Haiti and in a continuous deterioration of its precarious democratic institutions, not only promotes instability in the relations with its southern neighbor, but now involves Mexico, Guatemala, Honduras, Panama and Colombia, in what Ortega has described as an attack against Nicaraguan sovereignty; if anyone thought that "conspiracy theories" were over, here is a clear counterexample.

However, things in Costa Rica are not very different: the new government of Laura Chinchilla is not very popular, so the nationalism aroused by the invasion of Nicaragua offers significant political benefits. Not in vain Dora Maria Tellez, dissident from the Sandinista National Liberation Front, explains: "five soldiers in a swamp is not an invasion, but it is not a friendly gesture or a correct way to solve problems either... in both governments there is an intention to prolong artificially and give a greater level of conflict to the issue because it is being used to polish the images of both, the government policies of Mrs. Laura Chinchilla and those of Ortega's." The unfortunate thing about all this is that the issue of the conflict -real or not- makes forget about the political reforms carried out in Nicaragua and that in case of their continuation will derail the democratic progress achieved in recent decades. Only when this happens the true dimension of the supposed differences between the two countries will be revealed.

An example of this, in another context, is the scandal that came to light this week in Colombia with the statement of Minister of Interior, German Vargas Lleras, according to whom "the previous administration left the pot scraped." Fabio Valencia Cossio, the former Minister, acknowledged the signing of contracts for more than 6 billion dollars in just four days, coincidentally this occurred right before the end of the government of Alvaro Uribe. Similarly, in an investigation of RCN, not precisely one that contradicts Mr. Uribe, it is shown the signing of contracts for 1.7 billion dollars during the last week of the previous government.

But what does all this have to do with the subject of international conflict? Well, while the various ministers of the previous government gave away contracts, committing future resources of the nation and making more difficult the financial situation of the incoming government, Colombians, full of that passion that distinguishes us, were thinking of the imminent possibility of a conflict with "evil" Chavez's Venezuela. That is, the argument of the new evidence about the presence of the FARC in Venezuelan territory just two weeks before the end of government was but a simple strategy to divert the attention of the public away from what really happened. At that time the central article from Semana, a Colombian news magazine, referring to the rupture of relations with neighboring Colombia, asked whether it "Was Necessary?". Well, the answer we have today is that it actually was very necessary to disseminate the idea of a war with Venezuela; it was the only way that the media and the public would be concerned with an unrealistic problem, so the government would be in position, in Vargas Lleras's words, of scraping the pot of state finances.

What the examples from Nicaragua and Costa Rica, Venezuela and Colombia, leave us is the typical manipulation of the people when their rulers have interests "above" those of them: political legitimacy, in the first case- economic benefits, in the second. Commenting on Nicaragua, Colombian newspaper El Espectador in an editorial this week mentioned the phrase of Laureano Gómez (a former conservative President): "Peace, peace on the inside. War, war on the borders" as an incentive for governments with political, economic and social difficulties. We just need to add to this phrase that the chauvinism that characterizes many of our people is, paradoxically, the key for their rulers to abuse them politically, economically and socially. A more cosmopolitan and, thereby, less patriotic attitude, will certainly be a guarantee of greater political control over those in power.

Friday, November 19, 2010

“Necesito un Conflicto Internacional: Tengo Importantes Intereses de por Medio”

En días pasados escribí acerca del diferendo entre Costa Rica y Nicaragua retomando el argumento según el cual los países con una baja calidad de sus democracias presentan un riesgo mayor de ir a un conflicto que el presentan dos sociedades democráticas de enfrentarse entre ellas. En estos días se ha escrito un gran número de artículos sobre el tema en los que se aduce el interés de Ortega de despertar el nacionalismo de su pueblo en un momento en que adelanta reformas políticas que le permitirán aspirar a la presidencia nuevamente en 2011 y eventualmente perpetuarse en el poder (ej. 1, 2). Al leer los comentarios de los foristas en los diarios nicaragüenses es claro que la estrategia ha cumplido su papel a cabalidad. Como mostraré más adelante, en Colombia esta estrategia también se ha sabido aplicar eficazmente.

Nicaragua, el país más pobre de la región después de Haití y en un continuo deterioro de sus precarias instituciones democráticas, no sólo propicia la inestabilidad en las relaciones con su vecino del sur, sino que ahora involucra a México, Guatemala, Honduras, Panamá y Colombia, en lo que Ortega ha calificado como un atentado contra la soberanía nicaragüense; si alguien creía que las "teorías de conspiraciones" habían terminado, he aquí un claro contraejemplo.

Sin embargo, las cosas en Costa Rica no son muy diferentes: el nuevo gobierno de Laura Chinchilla no goza de gran popularidad, por lo cual el nacionalismo que ha despertado la invasión nicaragüense le ofrece importantes réditos políticos. No en vano Dora María Téllez, disidente del Frente Sandinista de Liberación Nacional, aclara: "cinco soldados dentro de un pantano no es una invasión, pero tampoco es un gesto amigable ni es una manera correcta de resolver los problemas,… en ambos gobiernos hay un intento de prolongar artificialmente y darle un mayor nivel de conflictividad al tema porque esto está sirviendo para pulir las imágenes políticas tanto del gobierno de doña Laura Chinchilla como del presidente Ortega". Lo lamentable de todo esto es que el tema del conflicto -real o no- hace pasar por encima las reformas políticas que se llevan a cabo en Nicaragua y que de continuar darán al traste con los avances democráticos alcanzados en las últimas décadas. Sólo cuando esto ocurra se entenderá la verdadera dimensión de las supuestas diferencias que hoy se ven entre los dos países.

Ejemplo de lo anterior, en otro contexto, es el escándalo que salió a la luz pública esta semana en Colombia con la declaración del Ministro del Interior, Germán Vargas Lleras, según la cual "la administración anterior de ese despacho dejó la olla raspada". Fabio Valencia Cossio, antiguo titular de esta cartera, reconoció la firma de contratos por más de 11 mil millones de pesos en sólo cuatro días; casualmente esto ocurrió justo antes del final del gobierno de Álvaro Uribe. De igual forma, en una investigación del canal RCN, no precisamente un contradictor de Uribe, se muestra la firma de contratos por 3.4 billones de pesos durante la última semana del anterior gobierno.

Pero ¿qué tiene que ver todo esto con el tema de los conflictos internacionales? Pues que mientras las diferentes carteras del anterior gobierno regalaban contratos a diestra y siniestra, comprometían los recursos futuros de la nación y dificultaban la situación financiera del gobierno entrante, los colombianos, llenos de esa pasión que tanto nos caracteriza, pensábamos en la inminente posibilidad de un conflicto con la Venezuela del "malvado" Chávez. Es decir, el argumento de las nuevas pruebas acerca de la presencia de las FARC en territorio venezolano justo dos semanas antes del final del período de gobierno no era sino una simple estrategia para desviar la atención de la opinión pública frente a lo que de verdad ocurría. En ese momento la revista Semana se preguntaba en su artículo central y refiriéndose a la ruptura de relaciones de Colombia con el país vecino, si "¿Era Necesario?". Pues la respuesta que hoy tenemos es que efectivamente sí era muy necesario difundir la idea de una guerra con Venezuela; era la única forma de que los medios y la opinión pública estuvieran preocupados con un asunto irreal a fin de quedar con vía libre para, en palabras de Vargas Lleras, raspar la olla de las finanzas del Estado.

Lo que nos dejan los ejemplos de Nicaragua y Costa Rica, Venezuela y Colombia, es la típica manipulación de la que son víctimas los pueblos cuando sus gobernantes tienen intereses "por encima" de los de sus pueblos: legitimidad política -en el primer caso-, beneficios económicos -en el segundo. Refiriéndose al caso nicaragüense, el diario El Espectador en uno de sus editoriales de esta semana, menciona la frase de Laureano Gómez, "Paz, paz en el interior. Guerra, guerra en las fronteras" como aliciente para gobiernos con dificultades políticas, económicas y sociales. Faltaría por agregarle a esta frase que el chauvinismo que caracteriza a muchos de nuestros pueblos, paradójicamente, es la clave para que sus gobernantes abusen política, económica y socialmente de ellos. Una visión más cosmopolita y, por consiguiente, menos patriotera, será sin duda una garantía de mayor control político sobre quienes tienen el poder.

Friday, November 12, 2010

Los Primeros Cien Días,… de la Oposición

Esta semana el gobierno de Juan Manuel Santos cumple sus primeros cien días y, desde luego, con ello también se cumplen los primeros cien días de la oposición. Y es que sin duda durante estos meses la realidad política de Colombia ha mostrado hechos interesantes; la opinión pública dice estar gratamente sorprendida por las más sonadas políticas del nuevo gobierno y por algunos de los proyectos de ley que éste adelanta; su popularidad ronda por el 90%, y es indiscutible el cambio positivo en las formas frente al lamentable gobierno anterior.

Sin embargo, parece paradójico que uno de los reconocimientos que se le hace al gobierno de Santos frente a su antecesor -el respeto a la oposición- haya servido precisamente para que el papel de una verdadera oposición parezca desaparecer de la escena política. Hace pocos días en una de sus usuales salidas en falso, Antanas Mockus -quien tras su derrota en las elecciones presidenciales dijo que su Partido Verde haría parte de la oposición- afirmó: "Yo hubiera cuidado más la herencia de Uribe que Santos, pero la ironía de la vida es que Santos no está cuidando la herencia de Uribe como los "uribistas" lo suponían". ¿A qué herencia se refiere Mockus, que le preocupa tanto que Santos no haya cuidado? ¿La polarización del país, el ataque permanente a las Cortes, periodistas y oposición, o el riesgo permanente de un conflicto internacional como resultado de los caprichos personales de sus dirigentes? Más allá de esto, ¿es ese el tipo de oposición que Colombia se merece? Claramente no se equivocaban quienes en época de elecciones se referían a Mockus como "el cuarto candidato uribista".

Pero Mockus no es el único a ese lado de la orilla. La bancada del Partido de la U ha hecho explícito su inconformismo por la presencia del Partido Liberal y Cambio Radical en la Unidad Nacional lo cual, aducen, es una afrenta al "legado" de Uribe. Igualmente, en un reciente informe La Silla Vacía muestra la molestia que ha generado Juan Manuel Santos en varios sectores de ultra-derecha; algo impensable en tiempos de su antecesor. Así, ilustra las críticas de personalidades como Fernando Londoño y Enrique Gómez Hurtado al acercamiento entre Santos y Chávez, al igual que contra algunos de los proyectos estrella del gobierno como la Ley de Víctimas y la Ley de Tierras, a causa de su costo financiero. Otras críticas de origen similar son la elección de la terna para Fiscal, su "falta de lealtad" para con Uribe y sus devaneos con proyectos que califican como "de izquierda". Los conservadores, por su parte, están tan cómodos que esta semana propusieron un proyecto de ley para penalizar el aborto incluso en los tres casos en que actualmente se permite. ¡Bienvenidos a la edad media!

¿Y qué pasa al otro lado del espectro político? El acercamiento de Gustavo Petro a Juan Manuel Santos tras la elección de éste como mandatario de los colombianos, la decisión del Polo Democrático de no elegir a Petro como presidente de la colectividad y el inconformismo de éste ante la negativa de su partido, han tenido un efecto significativo sobre el papel de la oposición en este gobierno. A esto se le suman los escándalos desatados a partir del "carrusel de la contratación" que al principio parecía un problema exclusivo de la actual administración de Bogotá, pero del que ya hemos conocido su magnitud nacional, y los papeles de  los  gobiernos de Samuel Moreno -a nivel local- y de Alvaro Uribe -a nivel nacional- en la adjudicación de contratos y favorecimiento a los grupos empresariales responsables del descalabro. Sin duda, el papel de Gustavo Petro en las revelaciones sobre estos temas y sus ataques a Samuel e Iván Moreno, han marcado importantes diferencias al interior del Polo que ya algunos consideran insuperables.

Con la derecha y los Verdes añorando lo que pensaban sería el período de Uribe III, y el Polo dividido por sus pugnas internas, ¿dónde queda la verdadera oposición al gobierno de Juan Manuel Santos? Sería iluso pensar que el gobierno está haciendo las cosas tan bien que  el país simplemente no necesita oposición. Más aún, es claro que aparte de los avances obvios logrados por Santos frente a los anteriores ocho años de oscurantismo político, pareciera que los medios están más ocupados con los escándalos del gobierno anterior que poco a poco salen a la luz pública, que con los desaciertos del gobierno actual. Es claro que un elemento fundamental para el fortalecimiento de una democracia es el papel dinámico, crítico e independiente de la oposición (algo que claramente Uribe nunca entendió). Que el gobierno sea respetuoso de la oposición no es un logro en sí mismo, como se le está concediendo al gobierno de Santos; por el contrario, es una condición mínima para hablar de una democracia que merezca su nombre.

Así, es de destacar el papel casi solitario que algunos Senadores y Representantes del Polo Democrático como Jorge Robledo e Iván Cepeda han jugado al mostrar las fallas del gobierno actual. Sus posiciones en temas trascendentales de la vida del país deben ser entendidas como una señal de que las cosas no son como nos dicen las encuestas de popularidad; esto ya deberíamos haberlo aprendido. Su crítica ha girado en torno a temas como la reforma al modelo educativo según la cual la educación pasa de ser un derecho a ser una mercancía; el énfasis en la minería como "locomotora" del desarrollo en Colombia – con los costos humanos, ambientales y en términos de desarrollo de largo plazo que esto implica; las limitaciones y condicionamientos de la Ley de Víctimas en la versión llevada a la Cámara de Representantes en días pasados; el principio de sostenibilidad fiscal; y las prácticas del Fondo Agropecuario de Garantías –según Robledo, un escándalo mayor que el de Agro Ingreso Seguro.

En un país como Colombia las cosas no son color de rosa, y en lugar de atender a los cantos de sirena del gobierno actual, más vale mantener una posición independiente y crítica frente a la realidad política. Recordemos que la actitud condescendiente frente al gobierno pasado fue aprovechada para llevar a cabo todos los hechos que hoy generan tantos escándalos y que nos hacen reflexionar acerca del régimen que nos gobernó por ocho años. Ilusionarnos con un cambio de imagen y olvidarnos del pasado no es la clave para que estos u otros nuevos hechos oscuros no se repitan. Colombia se merece un buen gobierno; seguro. Pero no puede haber un buen gobierno sin una buena oposición. ¿Será que estamos esperando a que sea la derecha  la que juegue este papel?

Thursday, November 11, 2010

Una de las "locomotoras" del gobierno de Santos.

Friday, November 5, 2010

"Democratic Peace" and Central America - Part I

-Immanuel Kant-
In his influential 1795 essay, Perpetual Peace, Immanuel Kant argued that in an international setting, a state that guarantees the principles of freedom, independence and equality is a necessary condition to achieve a true peace - a "perpetual peace". Under these conditions, when citizens are the ones who must weigh the costs of going to war, its difficulties and the fact that they are the ones who must fight it, they will always prefer peace to war. By contrast, in situations where is only a head of state the one who has to make this decision, going to war is much easier, since the ruler does not evaluate each of those consequences in the same way as citizens do. While Kant did not speak of democracies, but instead of constitutional republics -understood as states where the branches of power are separated- his arguments have led to what today is known as the Democratic Peace Theory: two democratic states do not go to war with one another.

The theory has been subjected to various empirical studies over the past decades and has generally left unscathed. Although many democratic states have been involved in various conflicts throughout history, these conflicts are, with a few exceptions, against undemocratic regimes. It is not surprising, then, to see authoritarian regimes fighting one another, (eg. Iran and Iraq during the eighties), or weighing war against democratic societies, not necessarily caused by those (eg. Iraq and the United States in the last two decades.) Following this line of analysis, it is not surprising to see the extent to which un-democratizing societies, increase the likelihood of going to war with others. Take the example of Venezuela and Colombia in recent years: while each of these countries watched their democratic institutions deteriorating, they increased the risk of entering into an armed confrontation.

The situation we see today between Costa Rica and Nicaragua, does not escape from this scenario. Costa Rica has been a country with a democratic history dating back to the last decade of the nineteenth century; no major domestic problems have threatened its political stability and  it has reached the point of considering not to need an army, but instead relying on multilateralism in the case of a possible aggression against its sovereignty. Nicaragua, meanwhile, has been a country with a very limited democratic experience; its process of democratization began in 1979 but still lacks basic political institutions. However, and despite the advances achieved in recent decades, during recent months Nicaragua has faced a series of maneuvers by the elite that governs it and seeks to perpetuate itself in power.

As we have seen, as democracy gives its way the likelihood of international conflict increases. In the latest days we have seen the development of a border dispute about the sovereignty over some parts of the San Juan River, which partially determines the borderline between the two Central American countries. Therefore, what Costa Rica considers an invasion of its territory, is regarded by Nicaragua as part of a plan to dredge the Rio San Juan and thus attract tourism. Similarly, Costa Rica condemns the environmental damage that its northern neighbor has caused and says the operations in the river are an attempt to change its course and, thus, change the border between the two countries, certainly in favor of Nicaragua.

Following the escalation in tension between the two countries -the Nicaraguan army and Costa Rican police troops have been moved to the border- the case has been brought to the Organization of American States (OAS), which has been successful in resolving conflicts between countries in the region. Thus, the OAS requested Managua to withdraw its troops from the border and stop any work that affects the territorial integrity of Costa Rican or its environmental heritage. Nicaragua justifies the presence of the army in this area as part of the war against drugs.

The text was rejected by Nicaragua on the grounds that the OAS has no jurisdiction over these matters and that it is the International Court of Justice (ICJ) the one that must make a decision in this case. It is worth noting that the dispute over the sovereignty of the Rio San Juan dates back to 1858, and last year the ICJ recognized the sovereignty of Nicaragua, but also perpetuated the right of navigation of Costa Rica for a distance of 140km.

The latest party involved in this dispute has been the company Google because, according to the Nicaraguan version, the so-called "invasion" to Costa Rica was due to an error in Google Maps, issue on which the company has remained silent.

The events in this matter are still developing which means that any conclusions drawn from it may be premature. What does call the attention is the reappearance of differences between these two countries and even the likelihood of a conflict, precisely at a time when one of the parties involved performs important political changes that undermine democracy. This type of events and their possible consequences -which hopefully will be avoided- invites to a serious reflection about the support offered to some authoritarian regimes, backed up by majorities who prefer a leader over the institutions of a country -this is not even true in many cases. We will certainly have a chance to see how these events develop.

"La Paz Democrática" y Centroamérica - Parte I

-Immanuel Kant-
En su influyente ensayo de 1795, la Paz Perpetua, Immanuel Kant argumentaba que en un escenario internacional, un Estado que garantice los principios de libertad, independencia e igualdad, es una condición necesaria para alcanzar una verdadera paz - una "paz perpetua". Bajo estas condiciones, y al ser los ciudadanos quienes deben sopesar los costos de ir a una guerra, sus dificultades y el hecho de que sean ellos mismos quienes deban pelearla, éstos siempre preferirán la paz al conflicto. Por el contrario, en situaciones donde es sólo un jefe de Estado quien debe tomar esta decisión -como en los regímenes autoritarios-, ir a la guerra es mucho más fácil ya que éste gobernante no evalúa cada una de las consecuencias anteriores de la misma forma como lo harían sus ciudadanos. Si bien Kant no hablaba de democracias, sino de repúblicas constitucionales -entendidas como Estados donde las ramas del poder están separadas-, sus planteamientos han dado lugar a lo que hoy se conoce como la Teoría de la Paz Democrática: dos Estados democráticos no van a una guerra entre ellos.

El argumento ha sido sometido a diferentes estudios empíricos a lo largo de las últimas décadas y en general ha salido bien librado. A pesar de que múltiples Estados democráticos se han visto involucrados en diferentes conflictos a lo largo de la historia, estos conflictos son, salvo contadas excepciones, en contra de regímenes no democráticos. No es sorprendente, entonces, ver cómo regímenes autoritarios se enfrentan entre sí (por ejemplo Irán e Iraq durante los ochenta) o entran en conflicto con sociedades democráticas -no necesariamente provocados por aquellos (Iraq y los Estados Unidos en las dos últimas décadas). Siguiendo con esta línea de análisis, no sorprende tampoco ver cómo, en la medida en que las sociedades se des-democratizan, se incrementa la probabilidad de que entren en conflicto con otras. Tomemos como ejemplo el caso de Venezuela y Colombia durante los últimos años: mientras cada una de estas sociedades veía cómo sus instituciones democráticas se deterioraban, se incrementaba el riesgo de que entraran en una confrontación armada.

La situación que vemos hoy entre Costa Rica y Nicaragua, no se escapa de este escenario. Costa Rica ha sido un país con un historial democrático que se remonta a la última década del siglo XIX, sin mayores problemas domésticos que amenacen su estabilidad política y ha llegado al punto de no considerar necesario un ejército, sino que confía en el multilateralismo en caso de una posible agresión en contra de su soberanía. Nicaragua, por su parte, ha sido un país con una limitada experiencia democrática, con un proceso de democratización que comienza en 1979 pero que aún carece de instituciones políticas básicas; sin embargo, y a pesar de los alcances logrados en las últimas décadas, en los meses recientes Nicaragua ha enfrentado una serie de maniobras por parte de la elite que lo gobierna, y que busca perpetuarse en el poder.

Como hemos visto, no es sorprendente que en la medida en que la democracia cede terreno, la probabilidad de un conflicto internacional aumente. En los últimos días se ha llevado a cabo una disputa fronteriza acerca de la soberanía sobre algunos tramos del Río San Juan, que determina parte de la frontera entre los dos países centroamericanos. Así, lo que Costa Rica considera una invasión a su territorio, es considerado por Nicaragua como parte de un plan para dragar el Río San Juan y de esta forma atraer turismo. Igualmente, Costa Rica condena el daño ambiental que su vecino del norte ha causado y señala las operaciones en el río como un intento por cambiar su cauce y, así, cambiar la frontera entre los dos países, desde luego a beneficio de Nicaragua.

Tras el escalamiento en la tensión entre los dos países -tropas nicaragüenses y policía costarricense se han movido a la frontera- el caso ya ha sido llevado ante la Organización de Estados Americanos (OEA) que en ocasiones pasadas ha sido exitosa en resolver conflictos entre países de la región. Así, la OEA le solicitó a Managua que retire sus tropas de la frontera y que suspenda cualquier obra que afecte la integridad territorial o el patrimonio ambiental costarricense -Nicaragua justifica la presencia de su ejército en el área como parte de la lucha contra el narcotráfico.

El texto fue rechazado por Nicaragua con el argumento de que la OEA no tiene competencia sobre estos asuntos y que es la Corte Internacional de Justicia (CIJ) quien debe tomar una decisión en este caso. Vale la pena señalar que la disputa por la soberanía del Rio San Juan se remonta a 1858, y que el año pasado, la CIJ le reconoció la soberanía a Nicaragua aunque también perpetuó el derecho de navegación de Costa Rica en un trecho de 140km.

El más reciente vinculado a esta disputa ha sido la compañía Google ya que, de acuerdo a la versión nicaragüense, la llamada "invasión" a Costa Rica se debería a un error en Google Maps, ante lo cual la compañía ha guardado silencio.

Los sucesos en este asunto aún están en desarrollo lo que implica que cualquier conclusión puede ser prematura. Lo que sí llama la atención es la reaparición de diferencias entre estos países con conatos de conflicto precisamente en un momento donde uno de los involucrados lleva a cabo importantes cambios políticos que atentan contra la democracia. Este tipo de sucesos y sus posibles consecuencias -que ojalá se eviten- invita a una seria reflexión acerca del apoyo que reciben regímenes autoritarios respaldados por mayorías que prefieren a un líder por encima de la institucionalidad de un país -esto a veces ni siquiera es cierto. Ya tendremos oportunidad de ver cómo avanzan estos hechos.